Un judío ultra israelí arrojó piedras a los vitrales históricos del Cenáculo del Monte Sión, en Jerusalén, y que forma parte del complejo de la Tumba de David, destrozándolos antes de que la seguridad en el lugar lo detuviera. El Tribunal de Distrito de Jerusalén indicó que el sospechoso de 30 años, conocido por la policía, fue puesto en libertad con la condición de que no se acercara a la Ciudad Vieja durante 30 días.
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El salón, en latín Coenaculum, se considera el lugar donde Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos la noche anterior a su crucifixión y donde, según la tradición bíblica, tuvo lugar la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles en Pentecostés. Las primeras estructuras se remontan a la época de la ahora destruida basílica de Hagia Sion —siglo V—. En 1333, el santuario en ruinas fue confiado a los franciscanos. A mediados del siglo XVI, los musulmanes convirtieron el salón en mezquita. Desde 1948, el sitio fue administrado por el Ministerio de Religión y Turismo de Israel. El Cenáculo no es oficialmente ni una iglesia ni una sinagoga o mezquita.
Líderes cristianos repudiaron el incremento de casos de vandalismo y ataques a los fieles y a las instituciones cristianas o símbolos que representan el cristianismo, como monasterios, iglesias y cruces, especialmente en Jerusalén; y más a los judíos que escupen a clérigos cristianos. Exigieron a las autoridades israelíes que pongan fin a los «crímenes de odio», pero aún no hubo cambios. Fuentes de la Iglesia aseveraron que la policía no toma la situación seriamente, mientras que únicamente un pequeño porcentaje de los incidentes se denuncian a las autoridades. Según el abad Nicodemos Schnabel, en Jerusalén ya hubo 7 incidentes de violencia anticristiana en este año.
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