El obispo de Avellaneda-Lanús, Marcelo Julián Margni, precisó que «la alegría de Belén transmite mansedumbre», en el reciente saludo de Navidad que envió a la comunidad. «Cuando llegué a ustedes, me presenté como un obispo que quiere acompañar la recepción de la enseñanza del Papa Francisco en nuestra diócesis. En esta, mi primera Navidad entre ustedes, me gustaría retomar uno de los primeros y más centrales mensajes del Papa: la alegría», indicó Margni, quien asumió el gobierno pastoral de la jurisdicción eclesiástica el 24 de septiembre pasado.
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«Unos siglos antes de Cristo, un profeta anunciaba de parte de Dios esta promesa: Dios conducirá a su pueblo en la alegría…, acompañándolo con su misericordia y su justicia (cf. Baruc 5, 9). Esta promesa puede hablarnos también hoy, en medio de las incertidumbres y las inquietudes de este tiempo. Sí, también ahora es Dios quien nos conduce en la alegría. Nos conduce hacia nuestro propio centro —ese misterio de nuestra condición humana, a la vez frágil y colmada de dignidad—, y desde allí nos abre a los y las demás en un camino personal y comunitario de encuentros renovados, fraternidad recobrada y esperanzas compartidas», reflexionó el prelado, que «tal es la alegría que Dios pone ante nosotros». «Una alegría acompañada de misericordia y justicia —así unidas, porque en Dios son una—. Una alegría que puede abrirse paso en medio, más aún desde dentro de las dificultades, de los dolores y aún de la misma muerte», afirmó.
Sostuvo que «es una alegría serena, ajena al bullicio y el estruendo, muy distinta de aquella alegría de fuegos artificiales que en un momento se encienden y al momento se apagan». «Es la alegría del pesebre, alegría de la noche silenciosa de Belén, que en medio de la pobreza, la fragilidad y el desamparo, transmite esa mansedumbre que nace de sabernos y sentirnos siempre en manos del Dios de bondad», consideró el obispo Margni. «Tengo la certeza de que en esta alegría Dios nos conduce y nos permite dar pasos para seguir haciendo camino aún en tiempos difíciles. Que esa alegría sea el don de la Navidad para cada una y cada uno, y los acompañe a ustedes, a sus familias y sus seres queridos a lo largo del año próximo. Que traiga aliento y confianza a quienes más están sufriendo, y no deje de sostener a quienes comparten, alivian el dolor y salen al encuentro de los últimos. Y que nos inspire también caminos para resistir y reconstruir en la misericordia y la justicia», aseguró el prelado.
Saludo del obispo Margni en PDF.
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