BREVE INTRODUCCIÓN A LA LECTIO DIVINA (6).
Continuación de Breve introducción a la Lectio Divina (5).
Por Silvio Pereira.
TERCER PASO: LA ORACIÓN
Cada vez es menos lo que podemos decir, pues nos adentramos en esa zona misteriosa donde Dios claramente tiene la primacía. De hecho en los dos primeros pasos —LECTURA y MEDITACIÓN—, aunque nos pareciera tener algún protagonismo, aunque se percibiera más nuestra actividad, el centro y vector de atracción seguía siendo Dios. A Él escuchábamos en su Palabra, Él se acercaba a nosotros y se nos comunicaba. Ahora de nuevo podría parecernos que nosotros le decimos una palabra nuestra, que elevamos una plegaria, pero en verdad es solo el resultado de su Palabra que nos ha seducido y enlazado en amor y provoca una palabra nuestra. Crece el diálogo.
Sin duda, al realizar la Lectio como personas de fe que buscan al Señor, el clima de oración del camino resulta creciente. Rumiando LECTURA y MEDITACIÓN brota la plegaria. Naturalmente surge la ORACIÓN en la que se va poniendo delante de Dios cuanto se ha descubierto en el contacto vivo con su Palabra. Y ciertamente urge pedirle al Señor su gracia para poder vivir esa Palabra suya recibida, que es tan desafiante y transformadora.
Éste momento —sobre todo si la Lectio es comunitaria— podría ser muy creativo, utilizando diversas técnicas de oración que a todos les permitan expresarse e incluso incorporar nuevos modos de encuentro con Dios. Se puede hacer recurso a los salmos cual respuestas orantes. Y sin duda también debe ofrecerse espacio para la oración personal.
Ya sea la Lectio ejercitada personal o comunitariamente debe evitarse hacer del paso de la ORACIÓN un mero trámite conclusivo o reducirla a formular un propósito de acción o compromiso de conversión. Aquí la Lectio Divina llega a su clímax ascensional. La ORACIÓN no debe ser apurada y si se realiza comunitariamente debe ofrecerse un proporcionado espacio para la misma. Suele pasar en los encuentros comunitarios de Lectio que tras el segundo paso —que suele extenderse a veces en palabras y diálogos innecesarios— queda poco tiempo para rezar. Todo lo contrario, la ORACIÓN debe ser sin tiempo establecido. Solo así podrá abrirse al último momento: la CONTEMPLACIÓN.
CUARTO PASO: LA CONTEMPLACIÓN
Este momento puede darse o no ya que es un don de Dios libre y gratuito. Diríamos que aquí todo ha sido más activo de nuestra parte, ha dependido de nuestro esfuerzo auxiliado por la gracia. Sin embargo la contemplación es un gozo indecible y extasiado por su Presencia que actúa en lo más íntimo de nosotros mismos, una profunda experiencia de unión con Él y un esclarecimiento sobrenatural, una mirada nueva brotada de este don. Nos hallamos en el misterioso terreno de lo infuso, de la experiencia mística. Por eso en este punto no queda más que silencio.
¿QUINTO PASO: LA ACCIÓN?
Habíamos anticipado que algunos, modernamente, quieren incluir este quinto paso: actio. Como también afirmamos que tomaríamos posición sobre este tema.
De hecho a lo largo de la historia se han propuesto otros momentos también: —statio/preparación, ruminatio/rumiar, discretio/discernir, collatio/intercomunicación—.Y sin duda se encuentra subsumidos en la presentación en los clásicos cuatro pasos que hemos realizado.
Ciertamente, de modo lícito, surgió la cuestión acerca de la concreción de la Lectio Divina. ¿Cómo este ejercicio orante con la Palabra de Dios nos conduce a la conversión, a la transformación de la propia vida y del mundo, a la Misión y Evangelización? Aquí se engarzaría en la cadena el paso de la ACCIÓN. También hemos anticipado que esta preocupación es más ‘moderna que antigua o medieval’. La mayor practicidad de nuestro tiempo, su interés por la eficacia, la operatividad y la productividad están por detrás como supuestos. La Lectio debe conducirnos a un real propósito de Vida Nueva en Cristo que sea si es posible medible, visible y evaluable.
Sin embargo la mentalidad clásica culminaba el proceso con la CONTEMPLACIÓN, es decir en la esfera propia de la Gratuidad. La Lectio debería dejar resonando la Palabra de Dios en el alma, de modo que esa constante y renovada vibración fuera el clima en el cual se viviera todo, dando a luz múltiples posibilidades de acción en diversos tiempos y circunstancias. El horizonte era de más largo plazo. Se confiaba en el poder de la Palabra de Dios que por sí misma iba modelando el corazón del hombre a la voluntad divina a través de un camino espiritual frecuente, más aún, cotidiano: la Lectio Divina.
Por esta razón me inclino metodológicamente al formato clásico en solo 4 pasos, más contemplativo y centrado en la Acción de Dios que tiene primacía y que en el tiempo —con paciencia— no sólo fructificará en acciones sino en un hombre verdaderamente nuevo.
BREVE INTRODUCCIÓN A LA LECTIO DIVINA (6). Por Silvio Pereira.
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.