Los fieles rezaron un Vía Crucis por la paz en Jerusalén, el viernes 27 de octubre, en comunión con Francisco y la Iglesia universal, para implorar de Dios el don de la paz para Tierra Santa. La oración comenzó con una reflexión de fray Francesco Patton, quien es el custodio de Tierra Santa y finalizó con la bendición del cardenal y patriarca latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, desde el edículo del Santo Sepulcro.
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«Hagamos nuestra la intención de oración propuesta por Francisco para este día a los creyentes de todas las religiones: ¡Que callen las armas! ¡Que se escuche el grito de paz del pueblo, de la gente, de los niños! Hermanos, la guerra no soluciona ningún problema, solo siembra muerte y destrucción, aumenta el odio y multiplica las venganzas. La guerra borra el futuro», sostuvo Patton. El delegado apostólico para Jerusalén, Adolfo Tito Yllana, destacó la oración de los cristianos del mundo. «No solo en Tierra Santa. La Iglesia está con nosotros. Todos los cristianos del mundo están orando», sostuvo.
Aseguró que «este es precisamente el centro de nuestra esperanza; porque el Vía Crucis conduce a la vida nueva, a la resurrección que nos da esperanza». «Creo que en estos momentos lo más importante es una sola palabra: oración. Porque la oración nos lleva al alma. Nos ponemos en manos de Dios, él nunca nos abandona», afirmó. «La paz ha sido el tema central de esta oración. Creemos que la oración, con fe, puede mover montañas. Oramos hoy para mover las montañas de odio y guerra en esta tierra y en el mundo», explicó William Shomali, quien es el vicario patriarcal para Jerusalén y Palestina.
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