Los fieles de Haití siguen sin noticias del padre Antoine Macaire Christian Noah, misionero claretiano, que fue secuestrado el 7 de febrero pasado cuando se dirigía a su comunidad misionera en Kazal, a unos 34 kilómetros al norte de Puerto Príncipe. En 2022, el país ha vivido un estancamiento político, el aumento de los precios del gas y el agua, y una oleada de violencia de bandas con secuestros y muertes.
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El sacerdote raptado hace más de 2 semanas, originario de Camerún, es vicario parroquial en San Miguel Arcángel de Kazal desde hace un año. Haití es un país desgarrado, sin instituciones, con una población hambrienta y bandas armadas que asedian a todos los sectores. La crisis política y económica se agravó tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 y a raíz de las protestas civiles contra la carestía de la vida y la inseguridad social.
La violencia armada también se desató contra las escuelas y otros centros educativos, que colapsaron desde que las bandas criminales empezaron a atacar las escuelas. A principios de febrero, unas 30 escuelas cerraron debido a la violencia en zonas urbanas del país. Desde octubre de 2022 se cerraron más de una cuarta parte de los centros educativos, lo cual aumenta la posibilidad de que los niños sean reclutados por grupos armados.
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