SANTA VICENTA MARÍA LÓPEZ VICUÑA.

Por Juan María Gallardo.

Fiesta: 30 de diciembre.

Pasaba un día por las calles de Cascante el rey consorte D. Francisco de Asís y al ver entre los que le aplauden a una linda señorita pregunta al alcalde: — «¿Quién es»— «Señor, es una santita, sobrina mía». Se lo cuentan a Vicenta María. También le tienen preparado un espléndido muchacho, pero Vicenta dictamina: «Ni con un rey ni con un santo. Seré sola de Dios». Y lo fue.

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Nació el 22 de marzo de 1847 en Cascante, Navarra. Sus padres unos ejemplares cristianos, José María López y Nicolasa de Vicuña. Al nacer le pusieron todos estos nombres: Vicenta María Deogracias Bienvenida. Todo eso iba a ser ella. Una acción de gracias a Dios por tantas maravillas como obraría en su alma y una criatura que era muy bienvenida no sólo a su hogar, que llenó de alegría, sino también a tantas y tantas jóvenes que ella misma, y por medio de sus hijas espirituales, haría felices.

Su niñez fue encantadora. Aprendió a amar a Jesús y a María en las rodillas de su padre casi antes ya de saber hablar. Gozaba de pasarse largos ratos en la iglesia hablando con Jesús. Pasó una buena temporada en casa de un tío suyo sacerdote que era muy serio y grave y poco amigo de los niños, pero Vicentica se lo supo ganar pronto con sus ingenuidades y salidas graciosas. Le enseñaba oraciones y el Pater noster y Ave María en latín.

Lee con gusto a Santa Teresa y se sabe poesías de memoria, por algo le llaman «la abogadilla». Viene un misionero a Cascante y recita al pie de la letra sermones del mismo. Queda admirado al ver ante él aquel prodigio de criatura que apellidan «la santica».

Pasa a Madrid para cursar estudios y vive en casa de su tía Eulalia. Hace algún tiempo va rondando por su cabeza el deseo de atender a las jóvenes sirvientas. Su esposo D. Manuel María de Vicuña tiene bien merecido el sobrenombre con que le conocen: «el padre de los pobres». En este hogar continuó la formación que ya recibiera en Cascante. Sólo veía buenos ejemplos y era natural que esto calara en su corazón.

SANTA VICENTA MARÍA LÓPEZ VICUÑA.

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