La Santa Sede, que tiene como máxima autoridad al Papa Francisco, indicó que «las medidas para combatir la pandemia han tenido secuelas en la libertad de religión», a través de Janusz Urbańczyk, su observador permanente ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Urbańczyk intervino en la Tercera Reunión Suplementaria sobre Dimensión Humana, dedicada al tema de la ‘Libertad de religión o credo’, que se realizó en Viena el 9 y 10 de noviembre pasado.
El Vaticano trazó un panorama sobre la libertad religiosa en el área OSCE donde no faltan los intentos de limitar la autonomía de comunidades religiosas o los enfoques reduccionistas, que a veces van acompañados por actitudes de intolerancia alimentadas, incluso, desde los medios de comunicación. «Las diferentes medidas impuestas por los Estados para combatir la pandemia de COVID-19 han tenido profundas secuelas en la libertad de manifestar la propia religión o creencia y han limitado las actividades religiosas, educativas y caritativas de las comunidades religiosas», alertó el observador permanente de la Santa Sede ante la OSCE.
Advirtió a los legisladores sobre las graves consecuencias que medidas restrictivas como las aplicadas a causa de la pandemia crean en las comunidades religiosas que, además de cumplir un papel importante en la lucha contra la crisis, incluso en el ámbito de la salud, ofrecen «apoyo moral y mensajes de solidaridad y esperanza». «Los Estados deben respetar la autonomía de las comunidades religiosas, garantizándoles la libertad de elegir, nombrar y sustituir a sus dirigentes o decidir —sobre la base de sus normas internas—, el contenido de sus creencias, su estructura o su nombre», aseguró.
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