SANTA GERTRUDIS, VIRGEN.

Por David Saiz.

Santa pionera

Santa Gertrudis es la patrona de las personas místicas, porque ella fue, después de su tía santa Matilde, la primera gran mística de quien se tiene historia. Más tarde aparecerán otras grandes místicas como santa Brígida de Suecia, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Jesús, santa Margarita María de Alacoque, etc., pero la primera de la cual se conocen las revelaciones recibidas es nuestra santa de hoy. Por eso es tan importante.

Santa Gertrudis fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a san José. Los demás santos que después propagaron estas devociones se basaron en revelaciones recibidas por esta gran mística.

En el convento desde niña

Nació en Eisleben, Alemania, en el año 1256. A los 5 años fue llevada al convento de unas monjitas muy fervorosas y allí demostró tener cualidades excepcionales para el estudio. Sobresalía entre todas por la facilidad con la que aprendía la literatura y las ciencias naturales, y por su modo tan elegante de emplear el idioma. Y tenía la fortuna de que la superiora del convento era su tía santa Matilde, otra gran mística, que frecuentemente recibía mensajes de Dios.

La verdadera Ciencia

Hasta los 25 años Gertrudis fue una monjita como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Eso sí, sentía una gran inclinación por los estudios, aunque era a los estudios mundanos de literatura, historia, idiomas y ciencias naturales. Pero en esa edad recibió la primera de las revelaciones que la hicieron famosa, y desde aquel día su vida se transformó por completo.

Así lo narra ella misma: «Estaba yo en un rincón de la capilla donde acostumbraba hacer mis tibias oraciones, cuando se me apareció Nuestro Señor y me dijo: Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz».

Desde esa fecha, Gertrudis que antes se había dedicado a lecturas mundanas, cambió por completo su preferencia en cuanto a lo que leía y dedicó todos sus tiempos libres a leer la santa Biblia, y los escritos de los Santos Padres, especialmente san Agustín y san Bernardo. Ella dice: «cambié el estudio de ciencias naturales y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura». Y en sus escritos se notará en adelante que su ciencia la ha ido a beber —después de las revelaciones que Dios le hizo— en las Sagradas Escrituras y en los libros de los santos.

Experiencias místicas

En sus 47 años de vida, Gertrudis no se diferenció externamente de las demás monjitas de su convento. Copiaba pasajes de la Santa Biblia —en ese tiempo todavía no existía la imprenta y todo había que escribirlo a mano—, componía explicaciones de la Sagrada Escritura para darlas a las otras religiosas, y sufría en silencio sus enfermedades, que no eran pocas. Pero internamente su vida era muy distinta, porque dialogaba con Dios a cada rato.

Jesucristo le dijo un día: «Gertrudis, tú serás mi heraldo» —Se llama heraldo el que transmite mensajes de un superior—. Y ella escribió en cinco libros los mensajes que recibió en sus revelaciones, y a su obra le puso por nombre Heraldo de la amorosa bondad de Dios. A esta obra que se ha hecho famosa entre todas las personas que se dedican a la mística, se le ha llamado también Revelaciones de Santa Gertrudis. Allí se contienen visiones, comunicaciones, y experiencias místicas, y estas experiencias se han repetido después en muchas otras almas santas como por ejemplo san Juan de la Cruz, santa Teresa de Jesús, santa Magdalena de Pazzi, etc.

Los especialistas afirman que los libros de santa Gertrudis son, junto con las obras de santa Teresa y santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa. Es una de las Patronas de los escritores católicos.

Amistad con santa Matilde

Esta otra gran santa era 15 años mayor que santa Gertrudis y le contaba las revelaciones que ella había recibido también. Las dos —adelantándose varios siglos a lo que después se aceptaría— recomendaban mucho la comunión frecuente, la devoción al Sagrado Corazón y a san José. Un día santa Matilde supo que su sobrina Gertrudis venía copiando todas las experiencias místicas y las revelaciones que ella le había contado, y se alarmó. Pero el Señor le comunicó que Él mismo le había inspirado a Gertrudis el deseo de escribir tales experiencias y revelaciones, y entonces la misma Matilde se encargó de corregir aquel escrito, el cual fue publicado con el título de Revelaciones de santa Matilde.

Santa Matilde le preguntó a Jesús: «Señor, fuera de la Santa Hostia, ¿dónde te puedo encontrar?” Y Jesús le respondió: «Búscame en el corazón de Gertrudis».

Dice Gertrudis que un día Jesús acercó totalmente el corazón de Matilde a su Sagrado Corazón, y que desde esa fecha aquella santa quedó totalmente enamorada de Cristo.

La alegría de morir…

Cuando le fue anunciado que se acercaba su muerte exclamó: «Esta es la más dulce de las alegrías, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo». Y dictó sus últimos pensamientos acerca de la muerte, que son de lo más sublime que se haya escrito.

Murió el 17 de noviembre del año 1302. Su fiesta se celebra el 16 de noviembre.

Que Cristo Jesús nos regale también a nosotros una llamarada de amor hacia Él, como la que le concedió a su fiel sierva Gertrudis.

SANTA GERTRUDIS, VIRGEN.

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