Las religiosas brindan asistencia a muchas otras personas en situación de pobreza en Nigeria que recuperaron su dignidad humana gracias al trabajo de la Iglesia católica y de sor Mary Cornelia Nwaturuocha. En África, si bien la mayor parte de las viudas se benefician de la protección y el apoyo de sus familias, muchas de ellas todavía enfrentan dificultades y malos tratos por parte de sus familiares.
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Sor Mary, religiosa del Instituto del Corazón Inmaculado de María Madre de Cristo, estuvo a la vanguardia de la pastoral de las viudas, dado que comenzó a ocuparse de las viudas a comienzo de los años 1970. Después de la guerra de Biafra en Nigeria, numerosas mujeres quedaron viudas. Desesperadas, algunas comenzaron a frecuentar el Generalato donde residía Sor Nwaturuocha. Ellas iban a pedir limosna. La situación crítica de una de ellas, explotada, embarazada, con dos niños, impulsó a Nwaturuocha a lanzar un programa.
Muchas llegaron a ella. En la diócesis de Port Harcourt (Warri), el padre Emmanuel Edeh se comprometió a ayudarlas. Para sostener el apostolado naciente, juntos lanzaron una revista que bautizaron ‘La tienda de los pobres’, que se después se llamaría ‘El tesoro de la Iglesia’, por consejo de Mons. Edmund Fitzgibbons, entonces Obispo de la Diócesis. Después de Port Hartcourt, el proyecto se extendió a la diócesis de Nsukka y particularmente a Adani. Las viudas de esa localidad se han beneficiado ampliamente de los cuidados y del apoyo de las Hermanas del Inmaculado Corazón de María Madre de Cristo, de varios obispos, sacerdotes, particulares y de personas de buena voluntad.
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