La monja Karmela de la orden de las hermanas Honoratek, es una de las religiosas que sigue con la atención a niños huérfanos y compartió la historia de cómo abrieron un hogar de tipo familiar para ellos en Vorzel en 2008. La casa atravesó distintos desafíos y adversidades, en los momentos más oscuros durante la invasión rusa a Ucrania, hecho del cual hace pocos días se cumplieron 2 años de su inicio.
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«Los comienzos fueron duros. Estos niños no estaban sanos. Cada uno de ellos tenían su propios problemas. En primer lugar con su salud mental. Pero lentamente llegaron los buenos tiempos. Y con la ayuda de Dios los criamos. Unos días antes de la guerra, los niños regresaron de la escuela y me preguntaron: ¿Es cierto que Rusia quiere atacarnos? Les dije a los niños que no era posible porque ellos tienen alguna razón para matarnos. No hicimos nada malo», recordó la religiosa.
Precisó que «a primera hora de la mañana siguiente escuchamos explosiones». «Fueron momentos aterradores. Bajamos al sótano. Nos sentamos allí con los niños y oramos. El padre Ruslan llamó y nos dijo que teníamos una hora para tomar las cosas importantes y él vendría a llevarnos lejos», sostuvo, al rememorar la invasión rusa. «El hogar es ante todo una familia. Siempre podes volver allí, es donde tu familia te espera y donde eres amado y aceptado. Durante este año aprendimos a no planear nada. Hicimos planes a corto plazo y cuando funcionó dimos gracias a Dios», destacó.
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