El régimen chino refuerza el control sobre la Iglesia clandestina o subterránea, la que es reconocida por la Santa Sede y no por los comunistas, en vísperas de las celebraciones de la Pascua, tal como lo revelaron fuentes católicas del país de Asia Oriental a ‘Asia News’. Las autoridades se llevaron nuevamente al obispo de Wenzhou, Shao Zhumin, a bordo de un avión, el 7 de abril pasado. Los fieles locales están preocupados dado que desconocen el paradero del prelado, y además, la policía habría confiscado su celular. Se sospecha que el gobierno de Xi Jinping quiso impedir que presidiera las celebraciones de Semana Santa, de modo particular la Misa Crismal.
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Los agentes ya arrestaron anteriormente a Zhumin e incluso lo hicieron desaparecer durante meses. A principios de noviembre, fue puesto en libertad tras permanecer detenido varios días. A menudo se lo somete a un lavado de cerebro para empujarlo a unirse a la llamada ‘Iglesia oficial’, controlada por el Partido Comunista Chino (PCC). Poco tiempo atrás, las autoridades también habían detenido al secretario diocesano Jiang Sunian, quien ya está de regreso. En enero pasado, la policía detuvo en la diócesis de Xuanhua —Hebei— a más de 10 religiosos, entre ellos al obispo Agustín Cui Tai —que lleva más de 10 años bajo arresto domiciliario— y a su adjunto Zhang Jianlin. Por el momento, no hay noticias de su posible liberación. La represión contra la diócesis local se explica por las tensiones sin precedentes en la zona de Zhangjiakou, donde se jugaron varias competiciones de los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing.
El gobierno, además de las presiones ya habituales para doblegar a los pastores a la autoridad de la Asociación Patriótica Católica china, buscaría información sobre Zhao Kexun, fallecido en 2018 y hasta entonces obispo ordinario de Xuanhua. Luego de una redada en 2007, el prelado vivió escondido en un lugar secreto para evitar problemas con las autoridades. Según parece, la policía torturó a Cui y a algunos sacerdotes para obtener información sobre Zhao, incluido el lugar donde fue sepultado. Muchos obispos y sacerdotes que fueron detenidos aún no fueron liberados. Pese al acuerdo entre China y la Santa Sede —que fue renovado en octubre de 2020—, el régimen chino refuerza su control, dado que no cesó la persecución contra los católicos, de modo particular los que son denominados no oficiales.
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