El régimen chino autorizó a la policía de Datong —Shanxi— a demoler la casa de la diócesis local donde se alojan los sacerdotes y que se usa como convento de religiosas. El templo y la casa, que tienen 100 años y cuentan con todos los permisos, están situados en una zona de alto valor urbanístico. El primero se encuentra a salvo dado que es enorme y su demolición llamaría demasiado la atención, incluso a nivel internacional, mientras que la otra construcción fue destruida con mazas y picos.
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Suscríbase al boletín de VenLLos fieles de Datong enviaron mensajes en WeChat para implorar oraciones para detener el comportamiento del alcalde. Desde 2005 la diócesis no tiene obispo aunque es una de las comunidades ‘oficiales’, reconocidas por el Partido Comunista Chino (PCCh). El último obispo fue Taddeo Guo Yingong, quien comenzó su ministerio en 1990 y falleció en 2005, tras pasar más de 10 años en trabajos forzados. En noviembre de 2018 un grupo de fieles de la jurisdicción eclesiástica difundió una carta abierta y firmada, en la que denunciaban la opresión del gobierno contra la comunidad tras la implementación de la Nueva Normativa sobre Actividades Religiosas.
El acuerdo China-Santa Sede sobre el nombramiento de obispos que se firmó en 2018, y la doble renovación en octubre de 2020 y 2022, no detuvieron la represión del gobierno contra los católicos chinos, especialmente los no oficiales —clandestinos—. La diócesis de Datong no es la única donde se destruyeron lugares sagrados o bienes de la Iglesia católica. Desde hace años el gobierno lleva adelante una campaña para eliminar cruces demasiado a la vista. El acuerdo tampoco parece estar funcionando desde el punto de vista de los nombramientos. A pesar de las muchas sedes vacantes, desde el 8 de septiembre de 2021 no se realizó la investidura de ningún obispo en China.
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