OTRAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS.

Por Juan María Gallardo.

  1. Los sacramentales 

Son signos sagrados con los que,
– imitando de alguna manera a los sacramentos,
– se expresan efectos, sobre todo espirituales,
– obtenidos por la intercesión de la Iglesia.
Ayudan a disponerse para recibir la gracia.
Y santifican diversas circunstancias de la vida.

Presentación de Otras celebraciones litúrgicas

Características de los sacramentales

Han sido instituidos por la Iglesia
– para la santificación
– de ciertos ministerios eclesiales,
– de ciertos estados de vida,
– de circunstancias variadas de la vida cristiana,
– así como del uso de cosas útiles al hombre.

Comprenden siempre
– una oración,
– con frecuencia acompañada de un signo,
– como la imposición de la mano,
– la señal de la cruz,
– la aspersión con agua bendita
– ―que recuerda el Bautismo―.

Los sacramentales proceden
– del sacerdocio bautismal:
– todo bautizado es llamado
– a ser una «bendición» y
– a bendecir.

Los laicos pueden presidir ciertas bendiciones.

La presidencia de una bendición se reserva al ministerio ordenado
– ―obispos, presbíteros o diáconos―,
– en la medida en que dicha bendición
– afecte más a la vida eclesial y sacramental.

Los sacramentales
– no confieren la gracia del Espíritu Santo
– a la manera de los sacramentos,
– pero por la oración de la Iglesia
– preparan a recibirla y
– disponen a cooperar
– con a ella.

Diversas formas de sacramentales

Entre los sacramentales figuran en primer lugar
– las bendiciones
– ―de personas, de la mesa, de objetos, de lugares―.

Toda bendición es
– alabanza de Dios y
– oración para obtener sus dones.

La Iglesia da la bendición
– invocando el nombre de Jesús y
– haciendo habitualmente la señal santa de la cruz de Cristo.

Ciertas bendiciones
– tienen un alcance permanente:
– su efecto es consagrar personas a Dios y
– reservar para el uso litúrgico objetos y lugares.

Entre las que están destinadas a personas figuran
– la bendición del abad o de la abadesa de un monasterio,
– la consagración de vírgenes y de viudas,
– el rito de la profesión religiosa y
– las bendiciones para ciertos ministerios de la Iglesia
– ―lectores, acólitos, catequistas, etc.―.

Ejemplo de las que se refieren a objetos:
– la dedicación o bendición de una iglesia o de un altar,
– la bendición de los santos óleos,
– de los vasos y ornamentos sagrados,
– de las campanas, etc.

En el exorcismo
– la Iglesia pide públicamente y con autoridad,
– en nombre de Jesucristo,
– que una persona o un objeto
– sea protegido
– contra las asechanzas del maligno
– y sustraída a su dominio,

– Jesús lo practicó,
– de Él tiene la Iglesia
– el poder y
– el oficio de
– exorcizar.

En forma simple,
– el exorcismo tiene lugar
– en la celebración del Bautismo.

El exorcismo solemne
– sólo puede ser practicado
– por un sacerdote y
– con el permiso del obispo.

En estos casos es preciso proceder con prudencia,
– observando las reglas establecidas por la Iglesia.

El exorcismo intenta
– expulsar a los demonios o
– liberar del dominio demoníaco
– gracias a la autoridad espiritual
– que Jesús ha confiado a su Iglesia.

Muy distinto es el caso
– de las enfermedades,
– sobre todo síquicas,
– cuyo cuidado pertenece
– a la ciencia médica.

Por tanto, es importante, asegurarse ,
– antes de celebrar el exorcismo,
– de que se trata de un presencia del Maligno
– y no de una enfermedad.

La religiosidad popular

Ejemplos de expresiones de piedad en torno a la vida sacramental:
– la veneración de las reliquias,
– las visitas a santuarios,
– las peregrinaciones,
– las procesiones,
– el vía crucis,
– las danzas religiosas,
– el rosario,
– las medallas, etc.

Estas expresiones
– prolongan la vida litúrgica de la Iglesia,
– pero no la sustituyen:

Estos ejercicios se organizan
– teniendo en cuenta los tiempos litúrgicos
– para que estén de acuerdo con la sagrada liturgia.

En cierto modo derivan de la liturgia
– y a ella conducen

La liturgia,
– por su naturaleza,
– está por encima de ellos.

Se necesita un discernimiento pastoral
– para sostener y apoyar la religiosidad popular y, llegado el caso,
– para purificar y rectificar el sentido religioso
– que subyace en estas devociones y
– para hacerlas progresar
– en el conocimiento
– del Misterio de Cristo.

Su ejercicio está sometido al cuidado y al juicio de los obispos y a las normas generales de la Iglesia.

2. Las exequias cristianas

a) La última Pascua del cristiano

El cristiano que muere en Cristo Jesús
– «sale de este cuerpo para vivir con el Señor».

b) La celebración de las exequias

Las exequias cristianas son
– una celebración litúrgica de la Iglesia.

Los ritos de las exequias
– expresan el carácter pascual de la muerte cristiana y
– responden a las situaciones y
– a las tradiciones de cada región,
– aun en lo referente al color litúrgico

El Ordo exequiarum o
Ritual de los funerales
de la liturgia romana
– propone tres tipos de celebración de las exequias:
-en la casa, en la iglesia y en el cementerio.

El desarrollo y comprende cuatro momentos principales:

La acogida de la comunidad

El saludo de fe abre la celebración.

Los familiares del difunto son acogidos con una palabra de «consolación»
―en el sentido del Nuevo Testamento: la fuerza del Espíritu Santo en la esperanza―.

La comunidad orante que se reúne
– espera también «las palabras de vida eterna».

La muerte de un miembro de la comunidad
―o el aniversario, el séptimo o el trigésimo día―
es un acontecimiento que debe atraer a los fieles
a la verdadera perspectivas de la fe en Cristo resucitado.

La Liturgia de la Palabra

La Liturgia de la Palabra
– exige una preparación.

La homilía
– debe «evitar» el género literario de elogio fúnebre y
– debe iluminar el misterio de la muerte cristiana a la luz de Cristo resucitado.

El Sacrificio eucarístico

La Eucaristía es el corazón de la realidad pascual de la muerte cristiana.

La Iglesia expresa su comunión con el difunto:
– ofreciendo el sacrificio de la muerte y resurrección de Cristo,
– pide que su hijo sea purificado de sus pecados y de sus consecuencias y
– que sea admitido a la plenitud pascual de la mesa del Reino.

El adiós ―«a Dios»―al difunto es
– su recomendación a Dios.

OTRAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS.

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