El obispo de Anse-à-Veau-Miragoâne, Haití, Pierre André Dumas, indicó que «7 de cada 10 casas ya no existen, incluso las parroquias y las casas canónicas fueron barridas; a pesar de todo los sacerdotes están presentes», al destacar la labor de los presbíteros, monjas y misioneros, quienes están dispuestos a ayudar en medio de la situación dramática que vive el país caribeño tras el recientemente terremoto de 7,2 que lo devastó. El último balance de damnificados ascendió a 2.189 muertos y a 12.268 heridos. Las operaciones de rescate se complicaron por el paso de la tormenta tropical tropical ‘Grace’, pero a pesar de eso 16 personas fueron encontradas con vida bajo los escombros en la localidad de Brefet.
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Suscríbase al boletín de VenL«Son el testimonio de que Dios nunca abandona a nadie», afirmó el prelado, al referirse a las tareas que realizan los sacerdotes de su diócesis —una de las jurisdicciones eclesiásticas más afectadas de Haití—, quienes junto con las monjas y los misioneros, hacen todo lo posible para ayudar a los supervivientes. «Es un momento duro, de prueba, que tenemos que vivir con mucha fe. También es un momento en el que hay que intervenir, estando cerca y escuchando las necesidades de la gente», ratificó. «El acompañamiento de mis sacerdotes, religiosas y hermanos es constante. Los momentos de solidaridad se alternan con los de oración», aseguró el obispo de Haití, tras reiterar que «7 de cada 10 casas ya no existen». Precisó que los pocos productos de primera necesidad que recibió nuestra Iglesia local fueron compartidos de forma inmediata.
Sostuvo que la mitad de las iglesias fueron arrasadas, tras evidenciar la situación de las estructuras diocesanas. «Hicimos algunas comprobaciones y nos dimos cuenta de que más de la mitad de las iglesias ya no existen, pero a pesar de todo, los sacerdotes están presentes: acompañan a los fieles y tratan de satisfacer sus necesidades. Están en el pueblo para demostrar que Dios no abandonó a su pueblo», enfatizó. Asimismo, misioneros brasileños en Haití relataron su experiencia luego del terremoto. La religiosa Sueli Monteiroa, miembro de las Hermanas de Santa Catalina de Alejandría, ratificó que están «junto con la gente, con ellos, estamos en la iglesia… esta es nuestra misión estar presentes». La monja y otros 6 misioneros están en Corail, Bellab y Abacou. Las religiosas son responsables de 2 centros de salud, atienden el área social y trabajan en la formación de las jóvenes que quieren consagrar su vida a Dios. En el país, también se encuentran las Hermanas del Inmaculado Corazón de María con 2 comunidades en Jérémie y en Les Cayes. La directora general de la congregación en Brasil, María Freire da Silva, confirmó que las monjas están bien y listas para ayudar.
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