Misioneros camilos continúan asistiendo a miles de familias que se encuentran en gravísima situación en Haití, que se encuentra en una crisis generalizada y en un descontrol total. El padre Antonio Menengon, misionero camilo y responsable de Midian Orizzonti Onlus, dio precisiones sobre este nuevo y atroz episodio de violencia que azota al país caribeño. El presidente Jovenel Moïse, de 53 años, fue asesinado a tiros por un grupo de hombres armados que irrumpió en su residencia oficial de Puerto Príncipe en la noche del 6 al 7 de julio.
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Suscríbase al boletín de VenL«Desde hace más de 2 años, la isla de Haití está en manos de bandas de delincuentes que desestabilizan el país con una ferocidad sin precedentes, bloqueando las carreteras, matando a la gente y, sobre todo, organizando la próspera industria del secuestro, sin mirar a nadie a la cara y sin ninguna piedad», indicó Menengon. «A pesar de esta gravísima situación los camilos presentes en Haití continúan su incansable labor para hacer funcionar el hospital Foyer Saint Camille y el centro de discapacitados Foyer Saint Camille, la escuela, las obras para la construcción de viviendas y la campaña de alimentos que ayuda a miles de familias a sobrevivir a esta tremenda situación», ratificó, al asegurar que los misioneros camilos continúan asistiendo en un contexto de violencia cotidiana que se hace cada vez más difícil.
El presbítero enfatizó sobre lo importante que es estar ahí y dar una respuesta concreta a los enfermos, a los discapacitados, a los que no tienen trabajo, sin vivienda y sin comida. «Queremos estar cerca de esta población agotada por la violencia y el hambre, tan trágicamente presente que la pandemia de COVID-19 queda eclipsada. Nuestros misioneros están en primera línea para dar respuestas concretas a una población ahora en descontrol total y completa desesperación y piden nuestra ayuda en la oración y la solidaridad para poder seguir, a pesar de todo, dando vida y respondiendo cada vez con mayor compromiso a la desesperación de tantas personas, dándoles una migaja de esperanza», afirmó. «A estas alturas ya no se puede hablar de pobreza, sino de una miseria espantosa», lamentó.
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