Por Jennifer Almendras. Los maronitas
La iglesia maronita es la más antigua de las ramas católicas orientales en absoluta unidad y total fidelidad al sucesor de Pedro. La lengua litúrgica es el siriaco y el árabe, y el rito sigue la liturgia siriaca-occidental, cercana a la de las demás iglesias ortodoxas, aunque influida por el rito católico romano. El rito de la iglesia maronita y su liturgia está relacionado con la tradición oriental, por eso desde su fundación y hasta la actualidad, emplea el arameo. El origen de las ceremonias se remontan a la tradición y espiritualidad de los primeros cristianos, entre ellos encontramos al rito maronita que tiene su origen en el siglo V, en el año 410. La Iglesia católica, bajo la autoridad del Papa, posee varios ritos católicos de distintas tradiciones e idiomas, pero todos tienen la misma doctrina, fe y sacramentos. La diferencia entre el rito Romano, y el rito maronita, es que durante sus celebraciones hablan árabe, español y arameo, tal es así que la consagración siempre es arameo. Además en la Misa, en el rito romano se da la paz antes de la comunión, mientras que los maronitas lo realizan al inicio de la segunda parte de la Eucaristía.
#SanCharbel, ¡ruega por el pueblo libanés, en esta hora de extrema dificultad! #ResisteLíbano🇱🇧@AyudaIglesNeces @maronitas_es @zeaiter_miledy https://t.co/ASTAvceBWc
— Fco. Javier Rojas (@javroh) December 24, 2020
Los maronitas son cristianos orientales que deben su nombre a San Marón, un santo y rígido defensor de la fe católica de oriente, monje modelo cuyo ejemplo siguieron numerosos discípulos. San Marón fue un monje solitario sirio, abad en San Ciro y fundador del rito católico oriental que lleva su nombre, la Iglesia católica maronita. Fue un ermitaño de la Iglesia de Antioquía del siglo IV, que estableció una ermita en el Amanus occidental. Marón fue uno de los primeros evangelizadores de la región de Fenicia, que por el siglo IV conservaba sus ritos y religión pagana; la influencia de este ermitaño permitió que sus discípulos fundaran algunos años después, enclaves de evangelización en Monte Líbano. Siguió su creencia con gran fe, por lo que su fama de santidad pronto se extendió por gran parte de la región de Siria. Tuvo numerosos seguidores que quisieron abrazar la vida de austeridad, soledad y oración, que él proponía. Sus características fueron: justicia, templanza, castidad y trabajo duro. Marón nunca tuvo la idea de formar una iglesia; sino que quiso iniciar dentro de la iglesia de Antioquía un camino especial de santidad.
Su vida relatada por el historiador eclesiástico Teodoreto de Ciro, se resume en «fidelidad a Cristo, siguiendo los consejos evangélicos; fidelidad a la iglesia de Cristo, defendiendo a su cabeza visible el obispo de Roma; y fidelidad a las santas tradiciones de la Iglesia oriental, al llevar una vida de ermitaño en la cumbre de una montaña, cercano al pueblo de Kfar Nabo, donde estaba erigido un templo al dios pagano Nabo, que él transformó en un templo cristiano». Su fiesta se celebra el 9 de febrero. Otro de los santos más destacados de los maronitas es san Charbel, el primer santo oriental desde el siglo XIII. Charbel recibió autorización para la vida ermitaña el 13 de febrero, de 1875, a los 47 años. Desde ese momento hasta su muerte, ocurrida en la ermita de los Santos Pedro y Pablo, la víspera de la Navidad de 1898, se dedicó a la oración. Rezaba 7 veces al día la Liturgia de las Horas. El cuerpo de Charbel, después de su muerte, se mantiene incorrupto.
Con san Marón comienza una lista ininterrumpida de Patriarcas fieles a Roma y que llevan, junto a su nombre propio, el de Pedro —Boutros—, primer obispo de Antioquía. Actualmente el patriarca maronita de Antioquía y de todo el Oriente es el cardenal Béchara Boutros Rai. Los maronitas lucharon, en el Líbano, contra enemigos para poder confesar libremente su fe católica. En la tierra libanesa cultivaron una devoción muy especial a la Virgen María. En su disputa continua contra el terror y la opresión preservaron su fidelidad a los Papas de Roma y defendieron al Líbano.
Tras ser obligados por los otomanos, los maronitas emigraron a diversos países y llegaron a Argentina hace más de un siglo, precisamente el 5 de julio de 1901. Fundaron la primera Misión Libanesa Maronita.
En 1902 fundan el Instituto San Marón; en 1921 la Misión Libanesa Maronita en Mendoza; en 1925 otra en Tucumán, y en 1931 la Misión Maronita en Villa Lynch, partido de San Martín, provincia de Buenos Aires. Los maronitas son, aproximadamente, más de 700.000 en la Argentina. El primer obispo-eparca fue, el ahora emérito, Charbel Georges Merhi, de la Congregación de los Misioneros Libaneses, elegido por Juan Pablo II el 5 de octubre de 1990; consagrado el 2 de diciembre; y asignado en posesión de la eparquía el 17 de marzo de 1991. Merhi celebró el 2 de diciembre el 25 aniversario de su ordenación episcopal. Habib Chamieh fue designado por Francisco para la eparquía San Charbel en Buenos Aires de los Maronitas.
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