LOS COMITES DE BIOÉTICA ASISTENCIAL: SITIOS DE ENCUENTRO Y DE ACOMPAÑAMIENTO (2).
Continuación de Los comités de bioética asistencial (1).
Los comités de bioética: Espacios de difusión
Esto no consiste en transformar un comité en un seminario teológico, y menos aún, que sus reflexiones evoquen sermones u homilías. De ser así estaríamos cometiendo un gran error. No olvidemos que la realidad terrena tiene una autonomía legítima que son las «propias leyes y valores» de las cosas creadas y de la sociedad misma. Son esas leyes y valores que deberán ser descubiertos, ordenados y empleados. En todo caso, consiste en pensar que la Palabra es el gold standar natural que previene la reducción de la Bioética en un mero acuerdo entre individuos; particularmente, cuando las reflexiones subjetivistas distorsionan el sentido del comité y lo encarrilan hacia el relativismo, olvidándose que el com–mittere es una misión indefectiblemente conjunta.
Considerando que las funciones propias de un comité son: recomendar, normar y educar y sin pretender interferir en sus características constitutivas, se podría trabajar en tres ejes conceptuales que, desde una respetuosa audacia, me he atrevido a denominarlos: Paulino, Petrino y Juanino.
- Eje I o Paulino: el comité como areópago de la modernidad
Lo primero que Pablo de Tarso hizo al dirigirse a los atenienses fue reconocer sus virtudes elevadas para luego invitarlos a buscar el motor de lo existente en cada uno de ellos; recordándoles que, al ser el motor, el ‘origen’ no puede ser producto de sus acciones, de la misma manera en que el sucesor no puede engendrar a su predecesor.
Los comités de bioética son plataformas excelentes, y quizás unas de las mejores con que cuentan los estados modernos, para examinar y analizar las cuestiones morales complejas que plantean los avances de la biomedicina y biotecnología. Ellos no están ajenos a gentiles contemporáneos como el secularismo, hedonismo, relativismo o utilitarismo; ni de tentarse con aplicar recetas que conciben la realidad como el simple rejunte de bienes materiales, problemas sociales, económicos y políticos «amputando la realidad fundante y por esto decisiva».
Son espacios abiertos donde la razón permitirá demostrar que aquella realidad fundante y decisiva no es consecuencia del obrar humano, como sí lo son las leyes civiles o las posibilidades científico-técnicas, criterios únicos con los que hoy se pretende determinar la realidad.
- Eje II o Petrino: la confianza en la persona humana ‘creatura’
Simón Pedro escribía que por la fe conocemos la Verdad y somos partícipes de su naturaleza divina.
Un saber confiado es aquel que se ha obtenido con–fidere. Un conocimiento donde la razón no investiga ni demuestra lo que sabe. Es conocer sin dudar, sospechar u opinar, es pensar y asentir al mismo tiempo. Es la confianza de un niño en la bondad contenida en las intenciones de su madre.
Lo dicho no pretende privar a los integrantes del comité del uso de la razón para encontrar la verdad. Una búsqueda sin discernimiento profundo conduciría a la dictadura del relativismo que tiene por última medida al «propio yo y sus antojos».
Por el contrario, confiar es usar la razón para discernir que el ser humano no es apenas un animal superior, sino materia biológica superlativamente compleja, poseedora de un mapa genotipo fenotipo único e irrepetible en su especie, soberana y fin en sí mismo y existente en unidad dual cuerpo/alma denominada ‘persona’. Que la persona es ‘creatura’ portadora de raciocinio, libre albedrío y dominio de sus actos que le permiten por sí misma dirigirse hacia el bien. Que su naturaleza expresa al mismo tiempo una dimensión biológica, psíquica, social y espiritual. Y justamente esta condición de ser espíritu, persona y trascendencia, la separa del resto de criaturas dentro de una jerarquía donde no todos los seres vivos tienen el mismo plano, ni la misma responsabilidad.
Confiar es echar raíces en el terreno de la incertidumbre: aquella posibilidad desconocida de la vida que ni las matemáticas con su razón probabilista, ni la filosofía con siglos de reflexión, han podido explicar su misterio. No es de extrañarse, pues para Einstein el misterio es «un conocimiento de la existencia de algo que no podemos penetrar, de manifestaciones de la razón más profunda y de la belleza más radiante que son accesible solamente a nuestra razón en sus formas más elementales».
Mientras tales formas racionales no encuentran respuestas al ¿por qué? de la enfermedad, o del fracaso del tratamiento, la confianza ofrece una respuesta al ¿hacia qué? —τέλεος–telos— y al ¿para qué? —άξιος–axios— de la existencia. No es una confianza irracional, todo lo contrario, propone un logos teleológico y otro axiológico que sirven de ayuda a la hora de comprender la existencia personal. Confiar es conocer bien que el individuo existe dentro de una dimensión histórica, pero «su plenitud no está en los límites de la historia».
- Eje III o Juanino: la caridad como modo de deliberación
El Evangelio de Juan nos habla de un mandato: el amor. Pero ¿cómo hablar de amor en el ámbito de las ciencias de la salud? ¿Cómo se lo define? ¿Cómo se lo mide? ¿Son amor y ciencia compatibles?
El amor está prácticamente excluido del lenguaje científico-técnico debido a que es considerado una categoría no empírica; sin embargo, la verdad se impone por sobre las modas racionalistas. Amor es: empatía, simpatía, compasión, compenetración, sintonía, misma onda y demás formas de llamar a la caridad que, efectivamente, nadie la midió ni la pesó, pero ¿podría alguien aseverar que alguna vez no la percibió?
La caridad se ofrece como hilo conductor de las funciones de un comité, pues con la ‘sal’ que ella aporta es posible transformar las decisiones inteligentes —que se rinden a los pies del cálculo y la experimentación— en decisiones sabias.
Es la sabiduría, y no solamente el conocimiento, la que permite resolver los interrogantes complejos que un comité analiza. El ingenio aportado por la sabiduría permite enfrentar tensiones derivadas de la pluralidad de los comités entre estas: la aridez del relativismo ético y la imposición de modelos bioéticos ajenos a la cultura local. La misma UNESCO ha advertido sobre el riesgo de un ‘imperialismo intelectual’ o ‘colonización ideológica’ que en último término es una irresponsabilidad. El personalismo tiene una respuesta concisa: sabe que «no se sirve a ideas, sino que se sirve a las personas».
Los comités de bioética asistencial: sitios de encuentro y de acompañamiento en PDF 2.
LOS COMITES DE BIOÉTICA ASISTENCIAL: SITIOS DE ENCUENTRO Y DE ACOMPAÑAMIENTO (2).
El documento fue publicado originalmente en Biblioteca digital de la UCA – ‘Ética y Vida’ en diciembre de 2017.