LA CASA SOBRE ROCA.
Por Mario Ortega.
Mt 7, 21.24-27. La casa sobre roca. Jueves 1ª Semana Adviento
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No todo el que me dice ‘Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se desbordaron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se derrumbó. Y su ruina fue grande».
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La casa sobre roca
- Dios nos habla hoy a través de la parábola de la casa construida sobre la roca. Esa casa es nuestra vida y la roca es la fe en Jesucristo. Ya pueden venir lluvias, desbordamiento de ríos, vientos y huracanes… ―todas estas cosas son las cosas negativas que nos van saliendo al paso en nuestra vida―, que si nuestros cimientos están bien pegados a Jesús, a sus palabras y a sus promesas, no nos hundimos.
- Mirando hoy un día más de Adviento esa primera vela de la corona encendida, he comprendido que significa justamente lo mismo. Esa única luz de Cristo es la roca de la parábola. El mundo ¿qué nos ofrece? Millones de lucecitas LED encendidas, desde mucho antes que comenzara el adviento, por calles, plazas, árboles… Bendito sea Dios si representan algún motivo navideño cristiano. La mayoría de las veces no, por desgracia. Bueno, el caso es que todas esas lucecitas, bien podrían significar los granitos de arena de la parábola. La arena sirve para muchas cosas, por supuesto, igual que los millones de lucecitas navideñas para ambientarnos y alegrarnos. Pero sobre esto no se puede cimentar nuestra vida, ni nuestra ilusión, ni nuestra esperanza. Es arena, no roca; son lucecitas, no la Luz.
- Ojalá nosotros veamos más allá de todas esas luces pasajeras, la única luz capaz de iluminar el sentido más profundo de nuestra vida. Ojalá tanta arena que nos rodea no nos haga creer que sobre ella podemos poner ningún cimiento sólido. La luz y la roca son sólo Jesucristo.