Iglesia en Ucrania brinda asistencia en parroquias y refugios de emergencia

La Iglesia en Ucrania otorga ayuda y refugio en Kiev y otras ciudades. «Habilitamos refugios de emergencia en el sótano de nuestro monasterio y en la iglesia en construcción», afirmó Paulino Román Laba, sacerdote católico de Browary. «Estamos al servicio de las personas con la oración y el apoyo, ofreciéndoles comida, un caliente té y palabras de aliento», enfatizó el fraile menor Romualdo Zagurskyi.

La Iglesia en Ucrania brinda asistencia en las parroquias, los monasterios y los refugios de emergencia subterráneos en Kiev y muchas otras ciudades ucranianas, tras los bombardeos y detonaciones que informan los beneficiarios de los proyectos de ‘Ayuda a la Iglesia Necesitada’, después del inicio de la invasión de Rusia a Ucrania. Magda Kaczmarek, responsable de los proyectos para Ucrania de la fundación pontificia, está en contacto permanente con los colaboradores de proyectos que pertenecen a la Iglesia católica de ambos ritos —greco-católico y latino—. Paulino Román Laba, sacerdote católico de Browary, suburbio a unos 10 kilómetros de Kiev, precisó en un mensaje que 7 personas fallecieron y unas 17 quedaron heridas en el primer ataque con misiles contra la ciudad a las 5 de la mañana del jueves 24 de febrero. Indicó que en total sufrieron 7 ataques de misiles, y como consecuencia, muchas personas abandonaron la ciudad y huyeron al oeste del país.

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«El pánico inicial pasó por ahora. Muchas personas acudieron a nuestra parroquia en busca de ayuda y refugio, por lo que habilitamos refugios de emergencia en el sótano de nuestro monasterio y en la iglesia en construcción. Ahora mismo tenemos aquí a unas 80 personas, entre ellos, feligreses y gente de los edificios de alrededor», afirmó el padre Roman. «Por favor, recen por Ucrania», imploró. El hermano Vasyl, desde el sureste de Ucrania, en un pueblo cercano a Mariúpol, reflexionó que no tienen «tiempo para tener miedo». «Nosotros nos quedaremos y ayudaremos a la gente a superar esta situación. Hay personas que vinieron a confesarse por primera vez en su vida, y ancianos y enfermos nos llaman para que acudamos a sus casas a confesarlos. Quieren estar preparados para la muerte, si se llega a eso», explicó. Además del acompañamiento espiritual, Vasyl se ocupa con la ayuda de unos laicos de evacuar a los niños de familias vulnerables y ponerlos a salvo en el campo de Ucrania central. «Los niños están traumatizados porque ya ha habido bombardeos en la zona, y nosotros los estamos tranquilizando, diciéndoles que necesitan irse para descansar», afirmó.

El fraile menor Romualdo Zagurskyi es un franciscano de la comunidad que vive en la ciudad de Konotop, en el noreste de Ucrania, a 90 kilómetros de la frontera con Rusia. «A pesar de la gran tensión, la ansiedad y el pánico generalizado, en nuestro convento, junto con el padre Florian, voluntarios y feligreses, estamos al servicio de las personas con la oración y el apoyo, ofreciéndoles comida, un caliente té y palabras de aliento», enfatizó. El 24 de febrero pasado, comenzó el bombardeo en el territorio de la región, cuyo estruendo lo sintieron los habitantes de Konotop. Según el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania, la ciudad de Konotop fue tomada por el ejército ruso en la mañana del viernes 25. «Esta información hizo cundir la desesperación en muchos residentes. Nuestros feligreses se encontraron con personas en estado de pánico en medio de la calle. La gente seguía llegando y tuvimos que ir por alimentos. Muchos ancianos, solos y asustados, estaban encerrados en sus casas. En la ciudad ocupada solo pudimos comprar unos pocos productos de primera necesidad», aseguró.

El padre Romualdo, que es parte de la Iglesia en Ucrania que brinda asistencia, recordó la conmoción por el comienzo de invasión rusa. «En ese momento, estaba de retiro con mis hermanos en Zhytomyr, donde por la mañana también fue bombardeado el aeropuerto. A petición de los feligreses, como párroco de la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, salí de urgencia para Konotop. Nuestro convento está abierto a todo aquel que necesite protección, cobijo o alimento y desde el primer día albergamos a 23 personas que durmieron aquí, en su mayoría mujeres y niños. En la tarde del mismo día, se produjo un gran combate en nuestra ciudad. Ardieron algunos edificios y la información sobre los bombardeos y la destrucción de los centros educativos puso en marcha de inmediato a los bomberos. Vimos que ardía el centro de la ciudad cuando celebrábamos la Divina Liturgia en nuestro convento. Ahora nuestras aulas de catequesis sirven para que varias familias y durante el día son un refugio para los niños», ratificó el presbítero.

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