Kinga Schierstaedt, responsable de los proyectos de Ayuda a la Iglesia Necesitada en Sudán, que la Iglesia en el país de África Oriental «es para la población un refugio seguro», al referirse a la situación tras la caída de Omar al-Bashir. Sostuvo que hubo algunas mejoras en términos de libertad religiosa y los castigos contemplados en el código penal de la sharía fueron abolidos.
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Indicó que en ese momento cuando la fundación pontificia pudo financiar y ayudar a importar una máquina para hacer hostias para la diócesis de El Obeid, lo cual habría sido imposible en años anteriores, pero dicha apertura duró muy poco. Reiteró que aunque es minoritaria, la Iglesia siempre representó para la población un «refugio seguro», y por eso mucha gente corrió hacia las iglesias al comienzo de la guerra.
Explicó que también este refugio se está volviendo frágil, dado que muchos misioneros y comunidades religiosas tuvieron que abandonar el país, y las parroquias, hospitales y escuelas dejaron de funcionar. Denunció que un año de guerra dejó al país sin seminaristas. El obispo de El Obeid, Tombe Trile, debió «mudarse» a la catedral, ya que su casa quedó destruida.
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