La Iglesia en Siria continúa con las puertas abiertas para brindar una comida caliente y un refugio contra el frío a los damnificados por devastador terremoto que asoló el sur de Turquía y el norte de Siria en la noche del 5 al 6 de febrero pasado. En Siria, los frailes de la Custodia de Tierra Santa están presentes con varios conventos. Además de Damasco y Alepo, también en Lattakiah, y en los pueblos de Yakoubieh, Knayeh, donde se registraron los daños más graves.
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«La tarea de nuestros frailes no es solo material sino también humana y espiritual. Están tratando de hacer lo que pueden para levantar la moral de la gente. A veces ellos mismos se sienten impotentes, pero es la fuerza de la fe y el deseo de entrega, que forma parte de nuestra vida, lo que los sostiene y, a través de ellos, a las personas», aseguró el custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton. El comedor parroquial, que ya servía unas 1.200 comidas diarias a los más pobres, ahora sirve unas 4.000. Giacomo Pizzi, de la Asociación Pro Terra Sancta, precisó que recibieron a 500 personas una noche. «Continuamos la primera emergencia, luego la distribución de comidas. Seguimos duplicando las cifras respecto a ayer, estamos en 3-4 mil comidas repartidas», destacó Pizzi, quien precisó la Iglesia en Siria continúa con las puertas abiertas para asistir a los afectados.
La comunidad de Alepo recibió la visita del cardenal Mario Zenari, nuncio en Siria, quien quiso llevar un mensaje de solidaridad. Sor Arcangela Orsetti, responsable Hospital Saint Louis, lleva en Siria más de 50 años y describió una situación cada vez más grave. «Nosotros también estábamos muy asustados, saltamos de la cama para correr hacia el patio del hospital. Recibimos a los primeros heridos que llegaron de emergencia y ahí supimos lo que había pasado en la ciudad. Desgraciadamente hay muchos muertos y heridos y muchos refugiados. Esta es la vida. Estamos aquí como presencia para poder aliviar el sufrimiento, para poder animar, para dar esperanza a quien la está perdiendo por la situación que estamos viviendo», explicó sor Arcangela.
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