HEMOS TOCADO LA FLAUTA Y NO HABÉIS BAILADO.

Por Mario Ortega.

Mt 11, 16-19. Hemos tocado la flauta y no habéis bailado. Viernes sem 2 adviento

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«¿A quién compararé esta generación?

Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:

‘Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado’. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: ‘Tiene un demonio’. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».

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Hemos tocado la flauta y no habéis bailado

  1. Curiosa imagen la que usa hoy Jesús para describir a esta generación, la de su tiempo y la de nuestros tiempos: una generación incrédula que no sintoniza con Dios. Jesús pone el ejemplo de unos niños que gritan en la plaza: Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado. Se refiere a nuestra respuesta, cuando no se corresponde muchas veces con lo que él nos quiere transmitir: Vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen:Tiene un demonio‘. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores. Es decir, que nos lamentamos por todo, si no es de nuestro gusto porque no lo es; si lo es, porque lo queremos de otra forma.
  1. Dios no quiere quitarnos nuestras emociones y sentimientos, pero sí que los vivamos con Él y desde Él, que no nos acostumbremos siempre a las lamentaciones egoístas y estériles, que no sirven para nada excepto para hacernos más egoístas. Dios quiere que nos alegremos y gocemos cuando nos manda consolación y alegría verdadera, como cuando Él participa en banquetes y en las alegrías humanas. Jesús come y bebe. Pero, junto con esta alegría cristiana, también es necesario que tengamos una actitud penitente y acojamos la penitencia, la soledad o la tribulación, como Juan el Bautista, como preparación para el Reino de Dios. Viviéndola con y desde el Señor.
  2. Dios no quiere quitarnos las emociones; La vida cristiana no es la frialdad estoica del que no siente ni quiere sentir nada, sino la del que quiere vivir esas emociones, tristes y alegres, siempre con el Señor, con Él y como Él.

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