GRANDES AVANCES DE LA ASTRONOMÍA MODERNA (2)
Continuación de Grandes avances de la Astronomía moderna (1).
Por Jaime Saiz.
- El análisis de la composición de las estrellas
El primer espectroscopio, basado en el prisma de Newton, para analizar la composición del Sol, fue construido por el norteamericano W. H. Wollaston, en 1802, aunque fue a principios del siglo XX cuando más progresos se consiguieron en el estudio de los espectros estelares.
Con el espectroscopio se puede descomponer la luz de las estrellas y obtener, a través del análisis de esa descomposición, tanto la temperatura superficial del cuerpo emisor[1], como su composición[2]. De esta manera se pudo estimar la temperatura superficial del Sol en unos 6.000º K[3], correspondiente a la luz blanca debida a que prácticamente emite todos los colores con la misma intensidad. Una estrella de casi doble temperatura que el Sol, 11.000º K, produce mucho más azul que rojo, y la vemos de color azul; si viésemos el ultravioleta, la veríamos de color ultravioleta. Hay estrellas azules, amarillas, rojas, blancas, etc. , cada una de ellas con una temperatura que se puede deducir por la longitud de onda en la cual emite la mayor cantidad de energía.
Sabiendo la temperatura de la superficie de una estrella y su distancia a nosotros, se puede calcular su tamaño, y así aparecen estrellas gigantes azules, que brillan un millón de veces más que el Sol; estrellas supergigantes rojas, también de hasta un millón de veces el brillo solar; estrellas frías y pequeñas, de una millonésima parte del brillo solar; estrellas calientes pero pequeñas, por lo que también tienen poco brillo, etc.
- Las dimensiones de nuestra galaxia: la Vía Láctea
Ya Anaxágoras y Demócrito, en la Antigua Grecia, Galileo en el Renacimiento y Herschel en el siglo XVIII, hablaron de la Vía Láctea, banda de estrellas que cruza el cielo y parece rodearnos uniformemente, dando la sensación de que el Sol, con su sistema de planetas, se encuentra en el centro de dicho disco de estrellas que, cuando lo vemos en la dirección de su diámetro, presenta una mayor densidad, mientras que se ven menos estrellas en direcciones perpendiculares.
A principios del siglo XX se estudiaron otro tipo de grupos de estrellas, lo que llamamos cúmulos globulares, enjambres de alrededor de un millón de estrellas, con un diámetro típico de unos 50 años-luz. Su distancia a nosotros se puede calcular analizando la luz de sus estrellas, y resulta ser de varios miles de años-luz. Se conocen aproximadamente 120 cúmulos globulares en el espacio. El astrónomo estadounidense H. Shapley, al hacer en 1918 un mapa de su posición con respecto a nosotros, llegó a una conclusión inesperada: todos los cúmulos globulares están hacia un lado de la posición del Sol; al aplicarles, como al resto de los cuerpos del Universo, la Ley de la gravitación universal, llegó a la conclusión de que estos enjambres están en órbita en torno al centro de masa del sistema, situado muy lejos del Sol, a unos 30.000 años-luz.
Así pues, el Sol no está en el centro de la Vía Láctea, sino todo lo contrario, se encuentra cerca de su periferia. Todo lo que creíamos que era la Vía Láctea no es nada más que una zona ‘próxima’ a nosotros dentro de un enorme remolino de muchísimo mayor tamaño. El firmamento que se ve a simple vista es sólo una zona periférica de la galaxia, a unos 30.000 años-luz del centro, hasta una distancia de unos 2.000 años-luz. El Sol no es más que una de unos 100.000 millones de estrellas en este enorme disco de 100.000 años luz de diámetro, que gira dando una vuelta cada 250 millones de años. Podría decirse que la Vía Láctea es nuestro ‘barrio’ dentro del Universo.
[1] Cuanto más elevada es la temperatura de una estrella, más azul aparece en el espectro comparada con el rojo.
[2] Por medio de las líneas espectrales brillantes u oscuras.
[3] La escala Kelvin de temperaturas comienza sobre el cero absoluto, que es la temperatura mínima a la que se puede encontrar un cuerpo, debido a que no hay movimiento interno de partículas. 0º Kelvin equivalen a -273º centígrados.
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