PELEAS ENTRE SACERDOTES. FRATELLI TUTTI Y 10 AÑOS DEL PONTIFICADO DE FRANCISCO.

Por Alejandro Antonio Zelaya.

Este décimo aniversario de pontificado de Francisco nos hace mirar y contemplar de modo especial el sueño del Papa de fraternidad y amistad social. Este deseo que se expresa constantemente en sus mensajes y alocuciones, en sus viajes y audiencias es muy profundo y tiene un sentido tan fundamental para estos tiempos de cultura de indiferencia y descarte.

En la Carta Encíclica Fratelli Tutti el Papa nos habla del amor fraterno en su dimensión universal y en su apertura a todos, colocándolo a un nivel transversal que asume todo ámbito y toda realidad. El Santo Padre aplica esta mirada a toda la humanidad, «cada uno con la riqueza de su fe, o de sus convicciones, cada uno con su propia voz», mientras habla de la amistad social desde la perspectiva de «caminantes de la misma carne humana, hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos» (FT 8).

Aplicación de Fratelli Tutti a nuestros presbiterios

Mi humilde propuesta sería que nosotros los sacerdotes nos pudiéramos mirar como parte de toda la humanidad, y también de esa humanidad dolida, en nuestros presbiterios junto a nuestros obispos, para tomar la invitación de fraternidad propuesta por el Papa para nosotros y para nuestras comunidades presbiterales. De esta manera, poniéndonos al servicio de esta invitación del Papa Francisco, podríamos trabajar desde nosotros y entre nosotros este amor fraterno para entregarlo mejor al pueblo de Dios. ¡Qué hermoso sería poder ofrecer a los demás y «ofrecer-nos» entre nosotros los curas una profunda fraternidad, contribuyendo a hacer realidad este sueño de Jesús, del Papa y de nuestro corazón, cuyas profundidades siempre guardan un verdadero y a veces ignorado e inconsciente anhelo de hermandad con la consiguiente alegría que produce la misma (Salmo 133, 1; Jn 17, 13). Quizás en esta etapa de la Iglesia en la historia estamos fuertemente llamados a mirar y contemplar nuestros presbiterios en las distintas diócesis del mundo entero para preguntarnos, reflexionar y modelarlos de acuerdo a la perspectiva de la Carta Encíclica Fratelli Tutti. ¿No sería ésta una hermosa manera de recordar y agradecer los diez años de pontificado, de entrega a la Iglesia por parte de Francisco y de reconstrucción también de la Iglesia hoy? Quizás podríamos con gran alegría regalarle a Jesús en su Vicario el don y la tarea de que las «casas comunes» de nuestros presbiterios sean cada vez más fraternas.

Tal vez como hermanos deberíamos proponernos desarrollar, «ejercer», «construir» y «re-construir» nuestro vínculos entre obispos y sacerdotes, y viceversa. Sería quizás como una vuelta, un retorno a este entrenamiento en actitudes, conductas y hechos concretos como hermanos que somos y que debemos ser, asemejándonos al hermano Francisco, modelo de fraternidad destacado por el Papa, quien fuera hermano de todos y tuviera la encomiable misión de re-construir la Iglesia. Que esto no sólo quede en actitudes meramente externas sino que sean expresión de un verdadero corazón de hermano, sería un gran proyecto del cual, estoy seguro, no nos arrepentiremos de llevarlo a cabo.

No me refiero a que estos signos de profunda fraternidad no se estén realizando actualmente dentro de la Iglesia —conozco muy buenos ejemplos en distintos lugares—, sino que me permito poder proponer hacer hincapié en fortalecer aún más esta actitud de Iglesia Madre que acoge, cura, sana las heridas. ¿O los obispos y sacerdotes no somos seres humanos que tenemos heridas, y que «nos herimos» a veces mutuamente consciente e inconscientemente? ¿O no somos caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, en esta misma «tierra de la Iglesia» también? ¿No sería un hermoso sueño que daríamos a luz de la mano de Francisco, los sacerdotes y los obispos, desde nuestras diócesis y comunidades, en nuestros presbiterios y reuniones, en nuestras acciones pastorales, para poder hacer «carne y vida» todo esto?… Si no lo hacemos primero entre nosotros como una tarea que es más un arte de fina delicadeza fraterna, ¿cómo podríamos llevar a cabo los aportes de esta encíclica al mundo entero, a toda persona «más allá de la cercanía física, más allá del universo donde haya nacido o donde habite»?…. Por eso, hoy quizás podemos escuchar las palabras de Jesús más aún dirigidas a nosotros que estamos hermanados por el Orden: Que todos sean uno… para que el mundo crea (Jn 17,21).

¡Cuán maravilloso sería poder aplicar a nivel intra-eclesial las palabras textuales del Santo Padre: «He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos!» (FT 8). Esas comunidades son también nuestros presbiterios.

El clericalismo: enfermedad también entre los mismos sacerdotes

La enfermedad del clericalismo nos hace pensar en la exclusión de los laicos, sobre todo de la mujer excluida en las instancias de discernimiento y toma de decisiones sobre la misión de la Iglesia. Pero el clericalismo no es una enfermedad que sólo perjudica a los laicos cuando viene causada desde los pastores, sino que también puede dañar a los mismos sacerdotes cuando se da entre mismos hermanos presbíteros. Por consiguiente, esta anomalía del clericalismo puede ‘aquejar’ al mismo presbiterio cuando se da entre curas, entre hermanos en el presbiterado.

El padre Alejandro Antonio Zelaya es licenciado en Psicología y miembro del Equipo Pastoral de la Vicaría de Ministerios de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

PELEAS ENTRE SACERDOTES. FRATELLI TUTTI Y 10 AÑOS DEL PONTIFICADO DE FRANCISCO.

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