Francisco exhortó a que «contemplemos a Jesús en la cruz», al presidir la Misa de Domingo de Ramos que estuvo precedida por la procesión y bendición de las palmas de olivo en la Plaza de San Pedro, a la que asistieron fieles y peregrinos, el 10 de abril. Animó a seguir el ejemplo de Cristo allí, quien frente al inmenso dolor que padecía «no pensó en salvarse a sí mismo», ni respondió a sus verdugos con gritos o rabia, sino que rezó a Dios para que los perdone.
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El Pontífice se refirió también a que Dios hace lo mismo con nosotros, puesto que «cuando le causamos dolor con nuestras acciones, Él sufre y tiene un solo deseo: poder perdonarnos». «Para darnos cuenta de esto, contemplemos al Crucificado. El perdón brota de sus llagas, de esas heridas dolorosas que le provocan nuestros clavos. Contemplemos a Jesús en la cruz y pensemos que nunca hemos recibido palabras más bondadosas: Padre, perdónalos. Contemplemos a Jesús en la cruz y veamos que nunca hemos recibido una mirada más tierna y compasiva», precisó el Papa Francisco. «Contemplemos a Jesús en la cruz y comprendamos que nunca hemos recibido un abrazo más amoroso», reflexionó.
El Pontífice destacó el argumento que utiliza Jesús ante el Padre al suplicarle que perdone a quienes lo están crucificando «porque no saben lo que hacen». «Cuando se usa la violencia ya no se sabe nada de Dios, que es Padre, ni tampoco de los demás, que son hermanos. Se nos olvida porqué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas. Lo vemos en la locura de la guerra, donde se vuelve a crucificar a Cristo. Sí, Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos», enfatizó. «En esta semana acojamos la certeza de que Dios puede perdonar todo pecado, toda distancia. La certeza de que con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde y caminemos hacia la Pascua con su perdón», afirmó.
En cambio, Jesús dice: Padre, perdónalos (Lc 23,34). No reprocha a sus verdugos ni amenaza con castigos en nombre de Dios, sino que reza por los malvados. Clavado en el patíbulo de la humillación, aumenta la intensidad del don, que se convierte en perdón.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) April 10, 2022
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