Francisco animó al «redescubrimiento de actos de devoción popular», en el mensaje que envió a la Iglesia en Francia, que el miércoles 16 de agosto finalizó la gran peregrinación nacional a Lourdes, en la celebración de los 150 años del inicio de esta práctica en el país. El Pontífice recordó que el culto mariano en Francia se desarrolló desde «tiempos remotos», con «innumerables —y admirables— lugares de culto dedicados a Ella», al alcanzar su apogeo con las apariciones a Bernadette en 1858.
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Suscríbase al boletín de VenLEl Papa manifestó que espera que la peregrinación y la procesión a Lourdes favorezcan a «la difusión o el redescubrimiento de los actos de devoción popular», al dirigirse a los obispos y los fieles, para luego hablar de las heridas de guerra a las otras que el santuario de los Pirineos recibe ininterrumpidamente cada año, las de los enfermos y discapacitados. Destacó que su peregrinación en busca de «consuelo», junto con la de quienes los acompañan, «dan al mundo un elocuente testimonio de fe y de caridad».
«Los padres que llevan el peso cotidiano de una gran responsabilidad; los jóvenes, tan ricos en potencialidades, pero a menudo preocupados por su futuro, o ya obstaculizados por muchas limitaciones; los ancianos, ricos en experiencia y sabiduría, pero con demasiada frecuencia abandonados y descuidados, sin olvidar a las personas solas, los marginados, los exiliados o refugiados, y todos los que sufren», enfatizó, al encomendar a las familias. El Papa reiteró que Cristo es la «esperanza inquebrantable» sobre la que debemos construir nuestra vida y nuestras sociedades.
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