FORMACIÓN DEL PLANETA TIERRA.

Por Jaime Saiz.

En el artículo anterior de la sección describimos, tras haber ido detallando las etapas de la evolución del Universo, cómo se debió de haber formado nuestro sistema planetario.

Un caso singular dentro del Sistema Solar lo constituye nuestro planeta, único que ha «logrado» las condiciones necesarias para que se pudiera desarrollar la vida.

Tras un periodo de bombardeo de cuerpos menores, cuya huella se ve claramente en la multitud de cráteres lunares, aunque en la Tierra la erosión los ha borrado en su mayor parte, la caída de cometas —compuestos básicamente de hielo— debió de traer a nuestro mundo los ingredientes de los océanos y la atmósfera primitiva. La actividad volcánica aportaría gases atrapados en las capas interiores del planeta durante su formación; finalmente, cuando aparece la vida, el proceso de fotosíntesis de las plantas cambiaría el carácter reductor de la atmósfera primitiva, haciéndola rica en Oxígeno, elemento fundamental en el desarrollo de las especies vivientes, que culmina en la aparición del hombre, único ser dotado de inteligencia.

La Tierra aparece, pues, como un oasis de vida, un planeta privilegiado por un conjunto de circunstancias muy poco probables: origen, masa, distancia al Sol, dinámica de su interior y su corteza, abundancia de agua, inclinación de su eje, campo magnético, velocidad de rotación, existencia de un satélite muy grande, la Luna, comparado con el tamaño terrestre… Todo contribuye a darle una temperatura moderada en la mayor parte de su superficie, con variaciones estacionales y locales que estimulan también la variedad de formas vivientes.

FORMACIÓN DEL PLANETA TIERRA.

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