Fieles locales y peregrinos se reunieron para celebrar el Domingo de Ramos en Jerusalén, con una procesión, encabezada por Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén, junto con Adolfo Tito Yllana, delegado apostólico para Jerusalén y Palestina, fray Francesco Patton, custodio de Tierra Santa, y numerosos sacerdotes de diferentes comunidades religiosas presentes en la Ciudad Vieja.
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«La celebración del Domingo de Ramos mostró la fuerza y la unidad de la comunidad cristiana, así como un rostro más de Jerusalén», afirmó Pizzaballa, durante su discurso al final de la procesión en la iglesia de Santa Ana. «Jerusalén no es solo división, odio y tensión religiosa como dice todo el mundo. Hoy hemos tenido una maravillosa experiencia de unidad, compañerismo en el nombre de Jesucristo. Hoy la comunidad cristiana de todo el mundo junto con la comunidad cristiana local de Palestina han expresado su amor en Jerusalén, que es el mismo amor por Jesucristo», indicó.
Reiteró que «nadie puede separarnos de este amor que es constitutivo de nuestra identidad de cristianos: cristianos de Jerusalén y de Tierra Santa». «Soy muy consciente de lo que pasó recientemente en Jerusalén contra los símbolos cristianos: no tengan miedo. Nunca tengan miedo. El amor de Jesús es más fuerte que cualquier otra cosa. A todos aquellos que quieran dividir, digámosles que haremos todo lo posible para unirnos, porque en nuestro corazón, en el corazón de todos los cristianos, no hay lugar para el odio», sostuvo el patriarca latino de Jerusalén.
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