Una estatua gigante de Cristo Resucitado se va a colocar en Jerusalén, como uno de los monumentos más importantes de la Ciudad Santa. Cuando Francisco visitó la ciudad italiana de Verona, en mayo pasado, durante su estancia dedicó una estatua de Cristo Resucitado, diseñada en respuesta a la visión del padre Ibrahim Faltas, vicario custodial de Tierra Santa.
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La imagen se realizó con un material que refleja los rayos del sol y la naturaleza, cuyo color cambia según los rayos del sol. «Esperamos que esta estatua refleje la realidad de Tierra Santa, su diversidad y la realidad en la que vivimos, a pesar de todas las dificultades y desafíos, y que refleje el espíritu de amor, paz, tolerancia, justicia y hermandad, y elimine el espíritu de venganza, celos, envidia y odio», sostuvo el padre Ibrahim Faltas.
«Primero dijimos 5 metros, luego 7, luego 8, luego 9 y luego 10, e hicimos este Cristo. El cual está compuesto de acero y bronce con un peso aproximado de 4.400 kilos, y representa la humanidad que rodea la figura de Cristo al verlo dirigirse al cielo. El rostro de Cristo es verdaderamente sereno, porque va al Padre», indicó Roberto Brizio, coordinador del proyecto.
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