Un grupo internacional y variado con escaleras y rastrillos cosechan aceitunas en el eremitorio de Getsemaní, dado que es el tiempo de la recolección de la oliva en en el Monte de los Olivos. Algunos voluntarios que participan en la recogida son huéspedes en las pequeñas ermitas del eremitorio. El día comienza con un momento de recogimiento por la paz en Tierra Santa.
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«Es maravilloso crear relaciones, un ambiente familiar y ver que es hermoso reunirse aquí a nivel internacional», afirmó fray Diego Dalla, el responsable del eremitorio. «Estoy aquí en Getsemaní por 2 semanas con mi esposa para un período de retiro y meditación. Hoy es día libre, así que… ¡a trabajar!», sostuvo Jonathan Goldin, de Tel Aviv. Se pone en marcha la trituradora en frío y comienza a salir un aceite de oliva virgen extra de muy alta calidad. «Normalmente lo usamos para nosotros, para los frailes de la Custodia y también lo damos a los monasterios en Jerusalén», aseguró fray Diego, al reiterar que es tiempo de recolección de oliva en Getsemaní.
El destino de la cosecha es diferente en el «huerto sagrado», la parte más antigua de Getsemaní, que alberga olivos milenarios. Los huesos se utilizan para hacer rosarios, mientras que el aceite se bendice la noche del Jueves Santo en el Santo Sepulcro y se distribuye a todas las parroquias de Tierra Santa. «Es el que utilizará el obispo o el patriarca tanto para ordenar nuevos sacerdotes, como para consagrar alguna iglesia y también para los enfermos. Por eso hay un vínculo muy, muy profundo con el misterio de la pasión de Jesús, y también nosotros estamos vinculados simbólicamente a este aceite», enfatizó fray Sinisa Srebrenovic, guardián del Convento de Getsemaní – Jerusalén.
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