EL JUICIO FINAL MEDIRÁ LA JUSTICIA CON LA QUE VIVIMOS.
Por Rubén Revello.
Dios es el Señor de la Justicia
El tiempo se desgasta porque se desgasta la justicia. La justicia pone una forma de equilibrio entre nosotros. Por eso decía Pablo VI: «Si quieres la paz trabaja por la justicia». No hay paz si no hay justicia.
La falta de justicia desgasta todo. De hecho, uno de los nombres que se le da a Dios en el Antiguo Testamento es «Señor de la Justicia». Esta referencia a Dios como modelo de la justicia hace que cree las cosas con bondad, las crea buenas porque él es justo. Deja que las cosas sucedan, pero al final va a venir a pedir cuentas. Yo las cosas las hice bien y les dejé a ustedes la libertad, ¿qué pasó con eso? ¿el juicio que hace? El juicio final mide la justicia o la injusticia con la que vivimos.
Sin justicia no hay paz
Si la justicia no es respetada se rompe entonces ese frágil equilibrio entre las personas. La vida de cada día se vuelve arbitraria, la sociedad se vuelve injusta y se desgasta la esperanza. Cuando uno vive en la injusticia, en la injusticia de no conseguir un trabajo, en la injusticia de padecer impuestos que superan tu capacidad de pago, en la injusticia de que te discriminen por muchas cosas. Cuando uno vive en esa injusticia se pierde la esperanza. Y cuando uno pierde la esperanza está un pasito de perder la paciencia. Por eso los gobernantes tienen que ser custodios de la justicia porque si no la sociedad se impacienta y se alza en lucha armada.
Para que no haya revuelta social «el garante de la paz» como decía Pablo VI «es la justicia». Nadie quiere la violencia, pero la injusticia es una forma suprema de violencia. Si unos son juzgados de una manera y otros son juzgados de otra manera o ni siquiera son juzgados, quiere decir entonces que estamos viviendo en una profunda injusticia y que el mal clima social está a un paso del alzamiento social.
Trabajar por la justicia es trabajar por el Evangelio
Entonces lo mejor que podemos hacer como cristianos es defender la justicia. De hecho, la iglesia hasta tiene una expresión para hablar de esto, que es la Doctrina Social de la Iglesia o la justicia social.
La Iglesia tiene un compromiso particular por defender promover, denunciar y luchar contra la injusticia. Cuando la Iglesia no hace esto, no está cumpliendo con su rol. Porque si Dios es justo la Iglesia tiene que vivir y promover la justicia en una sociedad. Si no lo hace es cobarde, si no lo hace busca agradar al mundo, pero se olvida de Dios. ¿Y saben qué pasa? Cuando la Iglesia o los jerarcas de la Iglesia, los miembros de la jerarquía se olvidan, o nos olvidamos yo también soy parte de esa jerarquía, nos olvidamos de la justicia, no estamos trabajando por el Evangelio, estamos trabajando por otras cosas que no tienen que ver con Dios.
No olvidemos la Doctrina Social de la Iglesia
Por eso, una de las cosas que más enojó al Papa León XIII, el autor de la Doctrina Social de la Iglesia, antes de la Rerum Novarum, él escribió de una encíclica de la cual muchos se olvidan que es la Libertas Praestantissimum, donde en este caso hablando de los liberales dice: «Cuidado cuando un gobierno no le teme a Dios, cuando un gobierno cree que no tiene que rendir cuentas de nada de lo que hace, esto termina rompiendo el equilibrio de una sociedad». Y esto está así escrito en el Magisterio social de la Iglesia. Dicho sea de paso, muy olvidado en nuestros días porque quienes tenemos que enseñarlo no enseñamos esto. Es más cómodo callar de un modo cómplice que recordar las cosas incómodas. Pero si no recordamos las cosas incómodas, si no somos fieles a lo que Dios nos pide somos como perros mudos que ni siquiera para chumbar servimos.
Dios juzgará si nuestras obras fueron justas
Hoy Jesús plantea un juicio. Al final de los tiempos Él va a volver y va a haber un juicio. Un juicio donde los que obren justamente no tendrán que tener miedo a nada, más allá de lo que los hombres mandaban, simplemente por lo que la conciencia y cada uno obró rectamente. Dice la Escritura: Estén prevenidos oren incesantemente para quedar a salvo de todo lo que va a ocurrir, así podrán comparecer seguros ante el Hijo del hombre.
EL JUICIO FINAL MEDIRÁ LA JUSTICIA CON LA QUE VIVIMOS.