EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL (1).

Por Silvio Pereira.

Obrar en Cristo = Discernir la vida en el Espíritu 

Discernir significa distinguir, y no se me ocurre acción más apropiada para ejemplificarlo que el pasar las substancias por un tamiz o colador. El objetivo del discernimiento espiritual es descubrir la voluntad de Dios sobre mi vida y tal vez podría sintetizarse en esta pregunta fundamental: ¿Qué haría Jesús en mi lugar? Obviamente, a la raíz del discernimiento está el amor a Dios, el deseo de ser fiel, de llevar una vida santa.

Hay momentos más cruciales y decisivos de la vida donde el discernimiento espiritual se hace evidentemente necesario; sin embargo, el cristiano que aspira a una vida espiritual madura, constante y sin fisuras, debería recurrir siempre a él.

Algunos criterios básicos y reglas de discernimiento

1) El discernimiento espiritual es un Don del Espíritu Santo. Por lo tanto hay que pedírselo a Dios en la oración. Pedirle la Sabiduría que proviene de su Espíritu. Ayuda siempre a realizar un buen discernimiento hallarse en gracia de Dios.

2) El discernimiento espiritual supone manejar algunas reglas o criterios básicos. La Sagrada Escritura es una fuente privilegiada de criterios. Además, a lo largo de dos milenios, en la Iglesia muchos maestros espirituales nos han dejado pautas de discernimiento aprendidas en el transcurso de su propio seguimiento de Cristo.

3) El discernimiento espiritual necesita ser confrontado y confirmado. Por lo tanto, nunca se hace enteramente solo; tal actitud es un engaño. No basta ser iluminado por el Espíritu y manejar bien las reglas; todo discernimiento debe ser confrontado y confirmado por la Iglesia. La mediación eclesial se llama en este caso dirección o acompañamiento espiritual. Se trata de recurrir con periodicidad a un hermano experimentado de modo que, en la presencia de Dios, él o ella puedan confirmar el modo de caminar tras las huellas de Jesús y hacer las sugerencias o correcciones necesarias. Hay que evitar 2 extremos:

a) Recurrir al director espiritual para tomar cada decisión puntual: tal actitud sería insostenible prácticamente y, por supuesto, inmadura y excesivamente dependiente.

b) No tener acompañante, privatizar la Vida que Dios me dio por medio de la Iglesia, el acostumbrado yo me las arreglo solo. Esta actitud nos deja fuera del cuidado pastoral de Jesús por medio de los hermanos, o expresa la resistencia y rebeldía a la obediencia pastoral.

4) En la vida espiritual experimentamos 2 tiempos o movimientos básicos: consolación y desolación.

Tiempo de consolación: No hay dificultades en la relación personal con Dios. Hay gusto y deseo por la oración, necesidad del encuentro. Se tiene claridad y firmeza en la decisión de seguir a Jesús. Es un tiempo donde prima la paz y la alegría interior, el buen ánimo y el deseo de santidad, la búsqueda de lo que agrada al Señor. Claro que pueden haber también situaciones difíciles y dolorosas, pero no obstaculizan la relación con Dios, se las vive con Él y desde Él.

  • La consolación nos mueve a inflamarnos más en el amor de Dios, a convertirnos del pecado, a buscar la voluntad del Señor.
  • La consolación de 1º grado viene ciertamente de Dios porque no hallamos causa que la preceda.
  • La consolación de 2º grado tiene causa precedente y debe ser discernida a la hora de tomar decisiones pues puede estar mezclada con mal espíritu o proceder engañosamente de él. —El enemigo se disfraza de ángel de luz: propone al comienzo una intención devota que agrada al alma para sacar de ella algún mal hacia el final—.
  • Se debe vivir con humildad meditando en la maravilla que es la gracia de Dios, sin auto glorificaciones o presunciones humanas —tentación de centrarnos en nosotros y en nuestra fuerzas— sino como pobres agradecidos del don que se nos hace.
  • Se debe preparar para la próxima desolación meditando sobre cómo se la superará.

Es tiempo propicio para tomar decisiones pues nos mueve más el buen Espíritu.

Tiempo de desolación: La relación con Dios se hace dificultosa y estéril. Es tiempo de desierto. Falta el deseo por la oración. A veces parece que Dios se ausenta o se queda callado. A veces esa experiencia de sequedad espiritual o de vacío nos impulsa a alejarnos de Él, a escaparnos de su Presencia. Hay confusión, duda, angustia, temor u otros sentimientos que nos desestabilizan. El alma está oscura y turbada, triste y perezosa, sin esperanza y tocada por la desconfianza, e inclinada hacia lo bajo. Nos encontramos frente a una crisis-prueba de fe o frente a una situación de tentación.

Las causas de este tiempo pueden ser:

a) Situaciones de vida difíciles de aceptar que me colocan en crisis, en rebeldía con Dios.

b) Producto de la mediocridad de la vida espiritual o de una situación de pecado no superada o de un embate de tentaciones que no son rechazadas.

c) Dios nos pone a prueba para fortalecer nuestro amor y deseo de seguimiento, o para que valoremos que dependemos de él y de su gracia.

d) Un don de Dios que prepara un crecimiento en la vida espiritual.

—En este último caso hay notables diferencias con la descripción que precede de la desolación. Aquí no se encuentra en crisis la relación con Dios sino el modo de presentarse Dios a la persona. Si hay confusión es resultado de la novedad, del cambio en el estilo de la comunicación. Sin embargo quedan en pie el deseo del encuentro con Él, la voluntad de seguimiento y la confianza de que esta esterilidad o aparente ausencia provienen de Él, de su pedagogía y que son para nuestro crecimiento. Se hace realidad en la vida contemplativa y en las purificaciones infusas—.

En los tres primeros casos no es tiempo propicio para tomar decisiones nuevas pues es tiempo donde nos mueve más el mal espíritu. Se deben sostener las decisiones tomadas en tiempo de consolación. Se debe evitar la tendencia al aislamiento y recurrir con prontitud a la comunidad y al director espiritual a quienes hay que obedecer.

  • La desolación nos inclina a separarnos de Dios y de la comunidad hacia el pecado.
  • En la tentación la regla básica es resistir, fortalecer la voluntad y luchar hasta rechazarla. Si así lo hacemos salimos fortalecidos, crecemos en fidelidad. Tiempo de prueba que se debe soportar con paciencia.
  • Nos ayuda a conocernos y a valorar la hondura y firmeza de nuestras convicciones evangélicas.
  • Cuando hay tentación en el reverso hay una gracia que el enemigo nos quiere arrebatar. Bien discernida puede ser un camino para descubrir o valorar una gracia puntual.

EL DISCERNIMIENTO ESPIRITUAL (1). Por Silvio Pereira.

El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal.

3 COMENTARIOS

  1. Gracias Padre Silvio por enseñarnos a vivir en el alegre presente, y entusiasmarnos permanecer en Cristo. Esta pandemia a dejado claro que es un sacerdote sin miedo a Ser!

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