El cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, conmemoró recientemente los 100 años del nacimiento del Siervo de Dios Enrique Shaw, al presidir la Misa central en la basílica de Nuestra Señora del Pilar del barrio de Recoleta, en la ciudad de Buenos Aires. Una multitud se reunió en el atrio de la basílica para celebrar su vida y homenajear al empresario fundador de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) y de la Universidad Católica Argentina (UCA), que formó parte de la Armada Argentina y fue presidente de los Hombres de Acción Católica Argentina. La Eucaristía fue concelebrada por 8 sacerdotes, entre ellos el párroco de Nuestra Señora del Pilar, Sergio Lorenzo, y Gustavo Boquin, vicerrector de la UCA. Además, asistieron representantes de las instituciones que Shaw fundó y las que marcaron su vida, y algunos familiares entre ellos, su hija, Sara Shaw y su nieta, Sara Critto.
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«A 100 años del nacimiento del Siervo de Dios Enrique Shaw, esta Misa se ha convertido en un sacramento esperado para dar gracias por la bella y agraciada vida de un laico que gasto sus días en traducir la vida del espíritu recibida en el bautismo y la confirmación, para contagiar la alegría de la salvación de Cristo en la Iglesia y en el mundo», aseguró el cardenal Poli, el 26 de febrero pasado. El prelado indicó en su homilía, al guiarse con los ejemplos de la escritura, que «vivir como justos significa hacer la voluntad de Dios, que se extiende a todos los ámbitos de la existencia humana, individual y social». Al referirse a las virtudes de Enrique Shaw, destacó su fe «alimentada en la palabra y la Eucaristía». «Una vez que la palabra divina entró en el corazón del joven Enrique, el Evangelio nunca lo dejó caer en sus manos. Abundan en sus escritos las referencias bíblicas para el apoyo más sólido», enfatizó.
Poli recordó cuando Shaw habló sobre las bienaventuranzas y mencionó que «muchos creen que la mansedumbre es algo pasivo, no la virtud de un héroe». «Todo lo contrario, no es algo que nos frene o inhiba nuestra personalidad, sino es la aplicación de una autentica fuerza de carácter en el momento de nuestro prójimo lo necesita, para así darnos mejor», indicó, al citar a Enrique Shaw. Sostuvo que «la mansedumbre hace que seamos dueños de nosotros mismos, calmos y que veamos en el prójimo sus limitaciones y su grandeza, que veamos al hijo del padre común y lo respetemos». Explicó que «feliz o bienaventurado pasa a ser sinónimo de santo y Enrique lo descubrió», dado que «expresa que la persona que es fiel y vive su palabra alcanza en la entrega de sí la verdadera dicha». «Si escuchando estas cosas se agita el agua de nuestro bautismo, es porque no debemos olvidar nuestra vocación a la santidad», aseguró.
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