«DOY MI VIDA POR LAS OVEJAS».
Por Fray Tuk.
Juan 10, 11-18
«Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas. El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye. y el lobo las arrebata y la dispersa. Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas. Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí —como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre— y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla. Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre».
SAN PEDRO CRISÓLOGO. Sermones 40.
DOY MI VIDA POR LAS OVEJAS.
«El vigor del amor da fuerza, y nada es duro, nada es amargo, nada grave, nada letal para el amor verdadero. ¿Qué espada, qué heridas, qué castigo, qué muerte podrá romper el amor perfecto?… Pero veamos si es buena para las ovejas esta muerte del pastor, que las deja abandonadas…, como lo prueba la muerte de Cristo, su Pastor. Pues desde que Él dio su vida por sus ovejas y permitió que el furor de los judíos los arrastrara a la muerte; los gentiles —como los depredadores— asaltan y destrozan a sus ovejas, y para matarlas las encierran en las cárceles, que son antros de ladrones; los perseguidores las despedazan sin tregua como lobos enfurecidos; los herejes las devoran con diente rabioso como perros salvajes… Y todo esto, que vino por la muerte del Pastor, pudo impedirlo el Pastor vivo… El que no podía morir… permitió que lo mataran. Averigüemos cuál es la fuerza de esto, cuál es el motivo de este amor, cuál sea la causa de esta muerte, cuál sea la utilidad de este padecer… El Pastor sustituye a las ovejas en la muerte que a todas amenazaba para hacer cautivo al demonio, autor de la muerte, que en el orden nuevo queda cautivo. Vence el que había sido vencido, castiga el que había sido sacrificado, y al morir, abrió a las ovejas el camino de la victoria sobre la muerte… Él no se apartó de las ovejas, sino que las acogió. Las llamó y las condujo a través de campos llenos de muerte y de caminos de muerte a los pastos de la Vida».