La autora de la investigación ‘Nicaragua, ¿una Iglesia perseguida?’, Martha Molina, reveló recientemente que la dictadura sandinista obligó a 77 religiosos a abandonar el país desde la revuelta social de 2018, al indicar que que 41 son hombres y 36 mujeres. Molina aseguró que al menos 48 fueron expulsados y desterrados, 17 se marcharon al exilio para salvar su vida y a 12 más se les prohibió ingresar a Nicaragua.
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Precisó que entre los expulsados figuran el obispo Silvio Báez, que permanece fuera de Nicaragua desde hace 4 años por decisión de Francisco por motivos de seguridad. Recordó que se encuentran en la lista el nuncio, Waldemar Sommertag, y Marcel Diouf, secretario de la Nunciatura. Además, las autoridades echaron a al menos 36 monjas de diferentes congregaciones, incluidas 18 Misioneras de la Caridad. El escritor y exministro de Educación de Nicaragua, Humberto Belli, denunció que la dictadura pretende «destruir a la Iglesia católica, reducirla a su mínima expresión» para imponer un sistema «totalitario», en una entrevista con DW, firmada por Gabriela Selser, el lunes 12 de junio.
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«Jamás en 4 siglos hubo una persecución semejante. La iglesia fue satanizada y ahora se le acusa de promover el terrorismo, lavar dinero y esconder armas», precisó el historiador y experto en asuntos religiosos. «En los últimos días confiscó colegios católicos y cerrado cuentas bancarias de las diócesis, creando un grave problema para la manutención de las parroquias y las escuelas que ellas administran», aseveró. Belli afirmó que Ortega, que llamó a los obispos «demonios con sotana», quiere «a la iglesia católica, reducirla a su mínima expresión, como parte de «una persecución religiosa y lo peor está por venir».
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