DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ: CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (44).
Continuación de Diálogo vivo con san Juan de la Cruz: Conversaciones subiendo al monte (43).
Por Silvio Pereira.
44. Los bienes espirituales que dan gozo a la voluntad. Imágenes y retratos. Advertencia y peligros.
«Así como las imágenes son de gran provecho para acordarse de Dios y de los santos y mover la voluntad a devoción usando de ellas ―por vía ordinaria―, como conviene, así también serán para errar mucho si, cuando acaecen cosas sobrenaturales acerca de ellas, no supiese el alma haberse como conviene para ir a Dios. Porque uno de los medios con que el demonio coge a las almas incautas con facilidad y las impide el camino de la verdad del espíritu, es por cosas sobrenaturales y extraordinarias. Porque el astuto demonio, en esos mismos medios que tenemos para remediarnos y ayudarnos, se procura disimular para cogernos más incautos» (SMC L3, Cap. 37,1).
Querido Fray Juan es de esperar que cuando se juntan una conciencia religiosa infantil y algo que le parezca a ella sobrenatural y extraordinario, sobrevengan malas interpretaciones. Las englobaría a todas bajo el tópico de ‘superstición y magia’. Así los pueblos en estadios primitivos suelen adjudicar sobrenaturalidad a fenómenos climáticos y cósmicos con la subsiguiente adoración animista de la naturaleza. La capacidad de concebir un Dios trascendente, único y eterno no es inmediatamente disponible al desarrollo humano. De hecho los niños en su religiosidad siguen pendientes de los elementos materiales y las realidades tangibles; solo cuando su esquema cognitivo alcance la madurez de la abstracción podrá dar un paso de mayor espiritualización.
En mis días se puede vislumbrar por ejemplo, cierto retorno del paganismo bajo diversas modas esotéricas, que hacen habitual el encuentro con personas adultas ―a veces incluso con alguna formación académica― que sostienen creencias que los dejan rehenes de secretas fuerzas superiores y energías no ordinariamente manejables. Ha retornado pues un tiempo de adivinos y brujos. Porque la fe personal no solo requiere de la maduración del intelecto sino también de la vida afectiva.
El crecimiento humano es proporcional al paradigma religioso que se sustenta. La espiritualidad, en tanto esa mirada englobante de la realidad desde la contigüidad al Misterio por el enriquecimiento de la vida teologal ―fe, esperanza y caridad―, también atraviesa etapas de desarrollo.
Por eso en la llamada ‘religiosidad popular’ ―a veces tan sobrevalorada- existen elementos de fervor religioso importantes pero aún básicos y múltiples prácticas que denotannecesidad de purificación y maduración de la fe. Tras el cándido fervor admirado no pocas veces se esconde una infantil dependencia de amuletos y fetiches. En este sentido el uso religioso de imágenes, retratos e incluso sacramentales en la devoción no están exentos de discernimiento acerca de ciertos presupuestos mágicos y supersticiosos que puedan persistir. No se trata en principio de una idolatría ―como gustan de acusarnos otros cristianos a los católicos― sino de una inmadurez religiosa que debe ser orientada y acompañada para su purificación.
La fe crece y madura entre otras cosas por una adecuada educación. La vida misma tantísimas veces, con todas sus circunstancias ―sobre todo con la experiencia de la contradicción, del sufrimiento y del mal―, nos dará múltiples oportunidades para pulir, profundizar y madurar la fe poniendo en crisis nuestras interpretaciones insuficientes.
«Por tanto, para evitar todos los daños que al alma pueden tocar en este caso, que son: o ser impedida de volar a Dios, o usar con bajo estilo e ignorantemente de las imágenes, o ser engañado natural o sobrenaturalmente por ellas… también para purificar el gozo de la voluntad en ellas y enderezar por ellas el alma a Dios, que es el intento que en el uso de ellas tiene la Iglesia, sola una advertencia quiero poner que bastará para todo, y es que, pues las imágenes nos sirven para motivo de las cosas invisibles, que en ellas solamente procuremos el motivo y afección y gozo de la voluntad en lo vivo que representan» (SMC L3, Cap. 37,2).
Querido Doctor nos recuerdas bien que el uso en la Iglesia de las imágenes religiosas apunta a que el alma se dirija a Dios y la persona distinga lo vivo que representan. Y justamente aquí se debe mostrar la caridad de la Iglesia con sus fieles ayudándoles a discernir las motivaciones que sostienen sus ejercicios piadosos y comprometiéndose pacientemente en una auténtica formación espiritual. Siempre será más fácil sucumbir a la tentación paternalista de bendecirlo todo, a la verdadera paternidad de acompañar corrigiendo y exhortando a crecer.
«Se engañan a veces harto, pensando que ya están llenos de devoción porque se sienten tener el gusto en estas cosas santas, y, por ventura, no es más que condición y apetito natural, que, como se ponen en otras cosas, se ponen en aquello» (SMC L3, Cap. 38,1).
«La propiedad y asimiento y apetito que tú tienes en estos ornatos y atavíos exteriores, de tal manera te engolfan el sentido, que te impiden mucho el corazón de ir a Dios y amarle y olvidarte de todas las cosas por su amor» (SMC L3, Cap. 38,2)
Como el niño debe pasar de lo tangible y concreto a lo abstracto para que su paradigma cognitivo se desarrolle, así también los cristianos desde el uso de imágenes, retratos e incluso sacramentales debiéramos remontarnos y volar hacia las realidades celestiales y eternas. Un proceso de creciente interiorización y espiritualización no debiera entenderse como una evasión de la encarnación y de la temporalidad sino como su deseable reconducción teleológica hacia el Misterio. El Verbo de Dios se hizo hombre para que el hombre pudiese realizar su vocación divina.
DIÁLOGO VIVO CON SAN JUAN DE LA CRUZ: CONVERSACIONES SUBIENDO AL MONTE (44).
El Padre Silvio Dante Pereira Carro es también autor del blog Manantial de Contemplación. Escritos espirituales y florecillas de oración personal y tiene el canal de YouTube @silviodantepereiracarro.
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