CUENTOS PARA REFLEXIONAR Y ORAR: CUENTO POLICIAL. 

Por Juan María Gallardo.

 

Cuento policial

Escrito por Juan Luis Gallardo.

Algunas novelas policiales suelen incluir, al comienzo, un índice de personajes más o menos así:

Albert, Alice Ann. Ama de llaves en Chinchester Manor, de pasado enigmático y singular habilidad para preparar plum puddings. 

Taylor, Archibald. Mayor retirado del ejército colonial, dueño de Chinchester Manor, esposo de Elisabeth y padre de la bella Caroline.

Winters, Peter. Detective privado cuyos procedimientos irritan a la policía. Convocado para dilucidar las circunstancias que rodean la muerte de Mrs. Taylor, homicidio éste que pasaría a los anales del crimen como «el caso de la nevera ubicua».

Pues bien, este es un cuento policial, supuesto sea un cuento. Comenzaré entonces por el índice de personajes.

Jesús. Hijo de Dios, nacido en Belén de Judá el primer día del siglo I (d. C.). Luego de tres décadas de vida familiar, anunció por tres años el advenimiento del Reino. Curó enfermos y resucitó muertos. Malquerido por los fariseos, escribas, sacerdotes y ancianos del pueblo judío.

Juan, Hijo del Zebedeo, hermano de Santiago. Discípulo preferido de Jesús. (a) Hijo Trueno.

Judas. Discípulo de Jesús, al que traicionó. Ladrón. Se suicidó en el Año 33 de nuestra era.

Simón. Pescador, hermano de Andrés. Representante de Jesucristo en la tierra después de su muerte. (a) Pedro.

Concluido el índice de personajes, vamos a la acción. Los fariseos, escribas, sacerdotes y ancianos del pueblo odian a Jesús, que denuncia su hipocresía, publicando que gustan de hacerse llamar ‘doctor’, de ocupar los primeros lugares en los banquetes y de lucir pilchas bordadas, mientras rapiñan las casas de las viudas. Resuelven matar a Jesús.

Judas es discípulo de Jesús, pero atravesado y falluto. Roba el dinero que administra. Los fariseos, escribas, sacerdotes y ancianos necesitan alguien que les entregue a Jesús. Nadie mejor que Judas. Se juntan con él. Regatean. Judas acepta traicionar a Jesús por treinta monedas de plata. Desde entonces, el discípulo maula busca el modo de entregar a su amigo y maestro.

El tiempo apremia, pues hay que matar a Jesús antes de la Pascua y la Pascua se viene encima. Los sobornadores urgen al traidor. Sabe Judas que Jesús se reunirá con ellos para comer en compañía el cordero pascual. Es la oportunidad que espera Judas, ya que preparar la cena de Pascua no es cosa de hacerse ligero. El entregador supone que sabrá de antemano el lugar y que los preparativos le permitirán informar a los fariseos con la anticipación suficiente para que allí detengan a Jesús. Judas está sobre ascuas, esperando que Jesús encomiende a alguien preparar esa cena que sería la Ultima Cena.

Jesús llama por fin a Pedro y a Juan. El plan de Judas no puede fallar. Ladino, como al descuido, se acerca al grupo. Para la oreja. No perderá detalle.

Dice Jesús a Pedro y a Juan: Id y preparadnos la Pascua para que comamos.

Contestan ellos: ¿Dónde quieres que la preparemos?

Dice Jesús: En entrando a la ciudad os saldrá al encuentro un hombre con un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre y decid al amo de la casa; el Maestro le dice: ¿dónde está la sala en que he de comer la Pascua con mis discípulos? Él os mostrará una sala grande, aderezada; preparadla allí.

Impartida la instrucción, Jesús mira a Judas con lástima, pero con un dejo irónico insinuado en los labios.

Judas no era quien para impedir esa desmesura de amor que fue la Institución de la Eucaristía.

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