El cardenal y decano del Colegio Cardenalicio, Giovanni Battista Re, celebra la Misa exequial por el purpurado español Eduardo Martínez Somalo, prefecto emérito de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVGSVA), el viernes 13 de agosto por la mañana en el altar de la Cátedra de la Basílica Vaticana. Martínez Somalo, que ejerció de camarlengo durante la Sede vacante en 2005 y estuvo en el centro de las funciones clave de la Santa Sede desde que era un sacerdote joven, falleció a los 94 años el 10 de agosto pasado.
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Suscríbase al boletín de VenLRe, en el funeral celebrado en Roma, destacó que Martínez Somalo, nacido en 1927 en la localidad española de Baños de Río Tobía, ordenado sacerdote en 1954 y trasladado unos meses después a Roma para asistir a la Pontificia Academia Eclesiástica, tuvo una «vida laboriosa y larga», marcada por «varias tareas importantes» que le fueron encomendadas «por la confianza de los pontífices» y que siempre realizó con espíritu de servicio, en «plena fidelidad al Papa y generosa dedicación por el bien de la Iglesia y la salvación de las almas». Recordó a Martínez Somalo en sus exequias como un «hombre pacífico por temperamento, bondadoso y acogedor, dotado de una aguda inteligencia para captar el núcleo de los problemas y de una gran capacidad para evaluar a las personas y los acontecimientos».
«Se entregó mucho a la Iglesia y colaboró con 7 pontífices romanos, a los que amaba y con los que siempre actuó en estrecha unión», sostuvo, en la Misa exequial por el cardenal Martínez. El purpurado fallecido fue camarlengo entre 1993 y 2007, es decir, durante el periodo de sede vacante tras el fallecimiento de san Juan Pablo II. En julio pasado superó una crisis cardiovascular y volvió a su casa en Roma en donde se recuperaba. En 2003 se sometió a una intervención quirúrgica y le instalaron un triple baipás. Tras su fallecimiento, el Papa Francisco expresó su cercanía espiritual a los familiares y personas que conocieron y quisieron, en un telegrama. El Pontífice rememoró con «admiración la larga y rica experiencia adquirida por el difunto cardenal como diligente colaborador» de 6 de sus predecesores quienes «le confiaron delicados e importantes cargos».
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