El cardenal y obispo emérito de Hong Kong, Joseph Zen, indicó que «muchas personas en la Iglesia hoy parece que quieren cambiar todo y eso» le «preocupa mucho», en una reciente entrevista a ‘Christian Times’, semanario evangélico del país de Asia Oriental, en la que habló de su amistad con el pastor metodista Yuen Tin-yau, quien falleció el 16 de julio pasado a los 71 años, y junto con el que fue protagonista de muchas batallas por la libertad de educación y por los jóvenes. El purpurado, de 91 años, que también se refirió a sus frágiles condiciones físicas y a la situación actual, indicó que está preocupado por la «confusión» dentro de la Iglesia, porque algunas de las verdaderas tradiciones no se pueden cambiar por antojo.
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«Muchas personas en la Iglesia hoy parece que quieren cambiar todo y eso me preocupa mucho», aseveró, al ratificar que mientras esté vivo seguirá haciendo oír su voz. «Vivimos un momento de mucha tensión, estamos haciendo todo lo posible. Pero no importa lo que no podamos hacer: nosotros no somos los salvadores», indicó el purpurado. Los periodistas fueron a visitarlo al seminario salesiano donde reside para pedirle un recuerdo sobre su amigo Yuen Tin-yau, con quien también salía a las calles hasta hace pocos años para protestar en defensa de los jóvenes, la cual nació hace 20 años, en la época de la ‘ordenanza sobre las escuelas’ con la que ya entonces las autoridades de Hong Kong comenzaron a imponer la presencia de sus representantes en los órganos de gestión de las escuelas católicas.
Precisaron que debían ser «un par de preguntas» sobre esta figura, pero se convirtió en una conversación de una hora sobre diversas temáticas. Aseguraron que Zen parece fatigado por el debilitamiento que lo afectó después de regresar de Roma a Hong Kong, cuando la Corte le permitió viajar para participar en el funeral de Benedicto XVI y pudo reunirse también con Francisco. Explicó que todavía se mueve en silla de ruedas y no se siente seguro con sus piernas, después de ser hospitalizado. «Tengo muchos viejos amigos en prisión, sobre todo los que llevan allí más de 10 años, pero que ganó otros en los últimos 2 años —después que fue detenido por las protestas, ndr—… Me pongo en manos de Dios: si consigo recuperarme pronto y caminar, volveré a visitar a los presos e iré también a los tribunales para alentar a esta gente a no desanimarse, a no enfadarse… Es un poco difícil, pero lo más importante es no odiar», enfatizó.
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