El cardenal y patriarca de los Caldeos, Louis Raphael Sako, aseveró que «se está borrando lo que queda de la identidad irakí, su soberanía y sus cristianos», en vísperas de la fiesta de la Asunción de la Virgen María, en un nuevo capítulo en la batalla de la comunidad cristiana, que considera amenazada su propia supervivencia en el país de Oriente Próximo. En las últimas semanas se trasladó de la sede patriarcal de la capital irakí a Erbil, en el Kurdistán irakí, en respuesta a la decisión del presidente de Irak, Abdul Latif Rashid, de cancelar el decreto que reconoce su rol y autoridad.
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Aseguró que en Irak se libra «una encarnizada batalla» entre los que tratan de establecer un Estado soberano, fundado «en las instituciones, el derecho y la justicia» y aquellos que luchan «para perpetuar el caos y el éxodo» con el único objetivo de «consolidar su propia influencia». La decisión de Rashid desautoriza una tradición centenaria y ataca en forma directa a la máxima autoridad católica del país, que también es responsable de la gestión del patrimonio y los bienes eclesiásticos, el tema de fondo, dado que el control de las propiedades se encuentran en la mira del autodenominado líder cristiano ‘Rayan el Caldeo’ y las milicias proiraníes que lo apoyan, que constituyen una amenaza.
Sobre la decisión del mandatario, se refirió a los «aduladores» que le hicieron creer que tenía poder para «revocar o modificar decretos». Enfatizó que en Erbil y el Kurdistán irakí encontró un lugar «seguro y digno» para proteger a la comunidad cristiana. La pelea del patriarca Sako contra el intento de debilitar la esencia de la presencia cristiana en Irak se desarrolla 9 años después de la huida de la minoría cristiana de Mosul y la Llanura de Nínive al Kurdistán por el avance del Estado Islámico. Hace pocos días, el relato en primera persona de un periodista de Mosul confirmó una vez más que las casas e iglesias cristianas expropiadas por los islamistas eran usadas como centros de detención y tortura.
«Actualmente el Estado en Irak no tiene la autoridad que debería tener, la justicia y la igualdad están lejos de haberse alcanzado. Y esta situación permitió que algunas personas se apoderen de lo que no es suyo y las ‘mafias’ vacíen las leyes y el dinero público. Todo ello está borrando lo que queda de la identidad iraquí, su soberanía y sus cristianos», precisó, al calificar de «sospechosa» la decisión del presidente y advertir de la posibilidad de un «acuerdo» entre el jefe de Estado y quienes «lo utilizaron para anular el decreto que se refiere» a su persona.