El cardenal y patriarca caldeo, Louis Raphael Sako, regresó a Bagdad tras su exilio autoimpuesto, el miércoles 10 de abril, después de pasar varios meses en Erbil, a donde se había trasladado voluntariamente cuando se retiró el decreto del presidente de la República que reconocía la autoridad patriarcal. La controversia se debió además a las maniobras de milicias y líderes autodenominados cristianos que pretenden adueñarse de las propiedades y bienes de la Iglesia.
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Suscríbase al boletín de VenLSako, que había abandonado la sede patriarcal de Bagdad en julio pasado para trasladarse temporalmente, sin fecha de regreso, Erbil, en el Kurdistán irakí, a su llegada al aeropuerto fue recibido en el salón de honor por el primer ministro y luego trasladado a la sede patriarcal escoltado por una caravana de automóviles. Allí le dieron la bienvenida el auxiliar de Bagdad, Basilio Yaldo, el obispo emérito Shlemon Warduni, los sacerdotes y el personal de la sede, y durante toda la mañana mantuvo una serie de encuentros con diversas autoridades.
La decisión repentina de Sako generó un gran revuelo, provocada por la decisión del Jefe de Estado Abdul Latif Rashid de retirar el decreto presidencial emitido por su antecesor que le confería la autoridad a nivel jurídico de patriarca. Una fuente eclesiástica de Irak indicó que el control de los bienes y propiedades de los cristianos y de la Iglesia se había convertido en el objetivo del autoproclamado líder cristiano Rayan el Caldeo y sus milicias vinculadas a Irán que operan en la Llanura de Nínive.
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