El cardenal y prefecto del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Kurt Koch, indicó que «constatamos una arianización de la fe en Cristo». El Concilio de Nicea de 325 condenó el arrianismo, que consideraba que Jesús era una criatura y, por tanto, no tenía la misma naturaleza que el Padre. La Iglesia, en cambio, enseña que la única Persona divina asumió una naturaleza humana además de la divina. En la década de 1990, el entonces cardenal Joseph Ratzinger identificó una especie de retorno al arrianismo.
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Koch explicó que «tales tendencias arrianas se manifiestan particularmente en el hecho de que no pocas personas, incluso cristianas, se dejan tocar por todas las dimensiones humanas de Jesús de Nazaret, mientras que la fe cristiana en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, y por tanto la fe de la Iglesia en Cristo, les resulta un problema». Aseveró que es una escisión que se traduce en la afirmación «Jesús sí – Iglesia no», detrás de la cual, haciéndose eco del pensamiento expresado en el pasado también por Benedicto XVI, «hay una afirmación aún más profunda: «Jesús sí – Hijo de Dios no».
«Incluso en la Iglesia de hoy, a menudo ya no es posible ver en el hombre Jesús el rostro del Hijo de Dios y no ver simplemente a un ser humano, aunque excelente y particularmente bueno. En esta situación, en la que nosotros mismos constatamos una arianización de la fe en Cristo y, por tanto, una preocupante pérdida de sentido de la fe cristiana en Jesús como Cristo, en quien Dios mismo se hizo hombre, es urgente renovar la confesión en Cristo Hijo de Dios. Por ello, es de esperar que el 1700 aniversario del Concilio de Nicea sea percibido como una ocasión importante para conmemorar este Concilio y para reafirmar y subrayar su confesión cristológica», destacó el purpurado.
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