CANNABIS Y MEDICINA TRADICIONAL: LIBERTAD, SOCIABILIDAD Y SUBSIDIARIEDAD DE ESTE TIPO DE FITOTERAPIA (5).

Por Lenin de Janon Quevedo.

Análisis ético de la fitoterapia con marihuana

Van Ours califica al debate sobre la marihuana medicinal como emotivo: por un lado se niegan los efectos adversos, y por otro se olvida que también hay sustancias terapéuticas con consecuencias negativas para la salud. En mi opinión, una discusión así atañe tan solo a un aspecto del problema: el recurso terapéutico, más precisamente, la eficacia y seguridad.

A juzgar por la eficacia y seguridad, el cannabis no impresiona ser la mejor de las opciones; sin embargo, esto no parece importar al enfermo que termina eligiéndola conforme su idea de “bueno”, aunque no precisamente lo sea. Hay que recordar que el enfermo padece un dolor que por inagotable genera sufrimiento. El sufriente confía —fidere— en lo que lo va a aliviar. Antepone la fe a la razón y quiere al medio cual fin perfecto, pleno, verdadero; no se permite investigar ni demostrar en lo que cree. Incluso ignorando los efectos del recurso terapéutico —canabioterapia—, el sufriente no duda, no sospecha, no opina, solo piensa en el recurso asintiendo sus beneficios. El cannabis calma el dolor, instaura placer y bienestar, aparenta una psiquis feliz escindida de un cuerpo enfermo: dualismo y hedonismo juntos. Sin embargo, deliberadamente o no, el enfermo olvida que su voluntad esta asediada por el sufrir. El resultado es un consumo progresivo que va desintegrando su persona y el mundo que lo rodea. En resumen, la fitoterapia con marihuana se trata de una elección individual con inevitable repercusión para la integridad personal y colectiva.

Si bien pueden comprenderse las razones por las que el paciente elige según la efectividad; éstas mismas razones no explican un comportamiento similar proviniente del resto de la sociedad —profesionales sanitarios, políticos, medios de comunicación y otros—. Esto se debe al que el resto de la sociedad no está igualmente dañado por la enfermedad, ni perturbado por el mismo sufrimiento, incluso, sintiéndose identificados con ese sufrir. En virtud del papel que la sociedad juega como ofrecedora de cuidados de salud —sociabilidad—, este ofrecimiento debe ser comunitariamente responsable, es decir, pretender las mayores cuotas de humanización y crecimiento individual y social: buscar el desarrollo total del ser humano y de todos los seres humanos. Por consiguiente, cualquier análisis que la sociedad haga debe ir más allá de los reducidos criterios de la efectividad de la marihuana. Un análisis abarcador incumbe:

a) estimar a la salud como un estado de vida integrado por dimensiones físicas y no físicas —en esto coinciden la MT y la MC—;

b) evaluar al medio subordinándolo a un fin mayor —vida de la persona—;

c) no prescindir de la mirada de quienes están libre de daño físico y/o psíquico; y

d) transparentar los intereses subyacentes.

Ciertamente la MT respeta la elección del paciente, más, el sentido de sus prácticas es la armonía entre el ser humano y el medio. El uso irrestricto del cannabis en aras de la libertad de elección atenta contra el bien persona-medio —bien compartido— y se aparta de la finalidad no solo de la MT, sino también de la salud pública, parte integral de la MC. Los cigarrillos de marihuana, si bien calman el dolor, son la puerta de trastornos psíquicos y sociales que desmedran la totalidad individual y colectiva.

Cannabis y medicina tradicional: libertad, sociabilidad y subsidiariedad de este tipo de fitoterapia (5) en PDF.

El documento fue publicado originalmente en Biblioteca digital de la UCA en 2015.

CANNABIS Y MEDICINA TRADICIONAL: LIBERTAD, SOCIABILIDAD Y SUBSIDIARIEDAD DE ESTE TIPO DE FITOTERAPIA (5).

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