El cardenal y arzobispo de Brasilia, Paulo Cezar Costa, legado pontificio del Papa Francisco, presidió la ceremonia en la que beatificaron a Jacinto Vera, el primer obispo de Uruguay, en el Estadio Centenario de Montevideo, el sábado 6 de mayo. Entre los numerosos concelebrantes, estaban el cardenal y arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla; el cardenal y arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli; y el nuncio en Uruguay, Gianfranco Gallone.
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Costa afirmó que «en el beato monseñor Jacinto Vera, primer obispo del Uruguay, contemplamos la belleza de una vida santa». «Monseñor Jacinto Vera está en la casa del Padre, que desde allá nos mira, intercede por nosotros y nos inspira en nuestro caminar como Iglesia. La belleza que contemplamos es la belleza de la Pascua de Cristo y de la Iglesia que se manifiestan con toda su fuerza salvífica», aseguró.
«A quien tiene hambre, no se le ofrece una ideología, sino la presencia del amor de Cristo; a quien tiene sed de Dios, se le ofrece la Palabra y los sacramentos, a quien tiene sed de paz, se le ofrece aquel que es el príncipe de la Paz: Jesucristo. El beato nos irradia esta belleza y nos muestra que las realidades de esta vida no son lo último, sino lo penúltimo. Lo último de la vida humana es la casa del Padre, es Dios mismo», reiteró el purpurado.
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