El cardenal y prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Marcello Semeraro, presidió la ceremonia en la que beatifican a 10 religiosas isabelinas martirizadas por soviéticos en Wroclaw, Polonia, el sábado 11 de junio. Las monjas fueron asesinadas en 1945, en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial, por soldados del Ejército Rojo, quienes quisieron violar a algunas de las monjas y a otras las masacraron por tratar de proteger a niñas y a otras chicas. El Ejército Rojo destruyó capillas e iglesias, torturó a sacerdotes y religiosos y violó y mató a religiosas.
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Los investigadores que más estudiaron la violencia soviética en Polonia en 1945, Joanna Ostrowska y Marcin Zaremba de la Academia Polaca de Ciencias, no se atreven a dar la cifra de polacas violadas por los soviéticos en 1945, pero no descartan las 100.000. A esa cifra habría que sumar las alemanas violadas en suelo polaco. Y ya en Alemania violaron entre 800.000 y 2.000.000 de mujeres, según las fuentes que se consulten. Las hermanas isabelinas, impulsoras del proceso de beatificación, en sus comunicados sobre estas mártires, reconocen que la violación era una práctica común de los soviéticos contra polacas o alemanas, pero explican que «particularmente feroces fueron las violaciones a quienes vestían hábito religioso». Semeraro nombró a las 10 nuevas beatas mártires, hermanas de la Congregación de Santa Isabel, acompañándolos de algún calificativo.
Maria Paschalis Jahn, un corazón lleno de amor; Melusja Rybka, una mujer fuerte; Edelburgis Kubitzki, un ejemplo de pobreza evangélica; Adela Schramm, una virgen prudente; Acutina Goldberg, una amante de la justicia; Adelheidis Töpfer, un modelo de fe; Felicitas Ellmerer, obediente hasta el final; Sabina Thienel, una mirada llena de fe; Rosaria Schilling, fortalecida en la penitencia; Sapientia Heymann, una virgen sabia. El purpurado imploró su intercesión ante Dios para que «no falte el respeto a la feminidad, a la igualdad entre el hombre y la mujer en la dignidad y la protección de la maternidad». «¿Cómo no ver resplandecer en estas mártires la dignidad de la mujer, que en el plan de la Redención tiene en María Santísima el reconocimiento más grande?», planteó, tras compararlas también con las vírgenes prudentes que menciona Jesús en su parábola del Evangelio de Mateo, pero sostuvo que aquí las 10, «con el carácter y el rasgo propio de cada una, abrazaron las atrocidades del sufrimiento, la crueldad de la humillación y fueron a la muerte». Recordó que las 10 religiosas isabelinas mártires, a las que beatifican fueron generosas y serviciales, puesto que fueron cocineras, enfermeras, en el cuidado de los niños o con las hermanas mayores.
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