AL QUE MUCHO SE LE DIO, MUCHO SE LE EXIGIRÁ.
Por Mario Ortega.
Lc 12, 39-48. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá. Miércoles de la semana 29 del TO
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, velaría y no le dejaría abrir un boquete en casa. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
Pedro le dijo: ‘Señor, ¿dices esta parábola por nosotros o por todos?’.
Y el Señor dijo: ‘¿Quién es el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas?’
Bienaventurado aquel criado a quien su señor, al llegar, lo encuentre portándose así. En verdad os digo que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si aquel criado dijere para sus adentros: ‘Mi señor tarda en llegar’, y empieza a pegarles a los criados y criadas, a comer y beber y emborracharse, vendrá el señor de ese criado el día que no espera y a la hora que no sabe y lo castigará con rigor, y le hará compartir la suerte de los que no son fieles.
El criado que, conociendo la voluntad de su señor, no se prepara ni obra de acuerdo con su voluntad, recibirá muchos azotes; pero el que, sin conocerla, ha hecho algo digno de azotes, recibirá menos.
Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará; al que mucho se le confió, más aún se le pedirá».
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Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá
Sigue Jesús describiéndonos la actitud vigilante que hemos de tener sabiendo que estamos en esta vida de paso: que somos siervos administradores de los bienes que nos ha dado y que Él mismo, el Hijo del hombre, vendrá a la hora que menos pensemos y a Él tendremos que rendir cuentas.
Ayer eran las imágenes de la lámpara encendida de la fe y la cintura ceñida por las buenas obras. Hoy, Jesús nos habla de estar atentos a no dejar ningún boquete abierto en la casa por donde pueda entrar un ladrón. Esa casa es nuestra alma, en la que hay mucha riqueza que proteger, la gracia de Dios. Y el ladrón es el diablo. No dejéis resquicio al diablo, está buscando la ocasión como león rugiente, nos recuerda en otro pasaje la Escritura.
Junto a esa vigilancia por que no entre nada malo de fuera, hemos de mantener el orden de la caridad y la justicia dentro de la casa. Jesús nos dice al respecto: Si el empleado piensa: mi amo tarda en llegar, y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá condenándolo a la pena de los que no son fieles.
La vida cristiana, por tanto, es vigilancia. Tenemos mucha riqueza que custodiar: el amor de Dios, la caridad con el prójimo, nuestro orden interior… mucho se nos dio, mucho se nos exigirá… concluye Jesús. Pero ante esa responsabilidad, contamos siempre con su ayuda.