EL QUE PERSEVERE HASTA EL FINAL, SE SALVARÁ.

Por Mario Ortega.

Mt 10, 17-22. El que persevere hasta el final, se salvará. 26 diciembre. San Esteban

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

«¡Cuidado con la gente!, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes por mi causa, para dar testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Cuando os entreguen, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. El hermano entregará al hermano a la muerte, el padre al hijo; se rebelarán los hijos contra sus padres y los matarán.
Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará».

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El que persevere hasta el final, se salvará

  1. El que persevere hasta el final, se salvará. Así concluye hoy el Evangelio, las palabras de Jesús sobre el martirio, el testimonio cristiano… hasta el final. ¿Pero cómo, en tiempo de Navidad, donde todo es alegría y paz? Sí, precisamente por eso. San Esteban, a quien hoy celebramos, es el primero – protomártir –  en alcanzar esta alegría y paz que Jesús vino a traer.
  2. Es el de San Esteban un martirio muy navideño y así lo refleja la liturgia poniendo su fiesta al día siguiente de la Natividad del Señor. Jesús ha nacido en la tierra y ha abierto así el camino entre el Cielo y la tierra. Esteban es el primero en nacer a la vida del Cielo recorriendo el mismo camino que Jesús: el amor, la entrega, el testimonio hasta el final. Nada de medias tintas. Sólo el que persevere hasta el final, se salvará… nacerá a la vida eterna.
  3. Nosotros, que adoramos a Jesús niño, estamos llamados a ser adultos en la fe, valientes anunciadores, como los pastores cuando salieron del portal, de este acontecimiento primordial, que cambia la vida. Jesús, con su nacimiento, hace posible nuestro renacimiento: una vida nueva, la del Reino de Dios en este mundo… hasta el final… Entregando esta vida, no se pierde, sino que se gana definitivamente, para la vida eterna. Para la eterna Navidad.

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