CURACIÓN DEL BRAZO DEL PARALÍTICO.

Por Mario Ortega.

Lc 6,6-11. Curación del brazo del paralítico. Lunes de la semana XXIII del TO

Un sábado, entró Jesús en la sinagoga a enseñar. Había allí un hombre que tenía parálisis en el brazo derecho. Los letrados y los fariseos estaban al acecho para ver si curaba en sábado, y encontrar de qué acusarlo. Pero él, sabiendo lo que pensaban, dijo al hombre del brazo paralítico:
–Levántate y ponte ahí en medio.
Él se levantó y se quedó en pie. Jesús les dijo:
–Os voy a hacer una pregunta: ¿Qué está permitido en sábado?, ¿hacer el bien o el mal, salvar a uno o dejarlo morir?
Y, echando en torno una mirada a todos, le dijo al hombre:
–Extiende el brazo.
Él lo hizo, y su brazo quedó restablecido.
Ellos se pusieron furiosos y discutían qué había que hacer con Jesús.

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EXTIENDE TU BRAZO

1. El milagro de hoy, sino fuera porque es un milagro, diríamos que es sencillo. No se trata de la resurrección de un muerto o la curación de un leproso o de un paralítico completo, sino la curación de un hombre que tenía su brazo tullido. Como siempre, de las palabras de Jesús sanador podemos sacar mucho jugo para nosotros. Dirigiéndose a ese hombre le dice: Extiende el brazo. Y así quedó curado.

2. Extiende el brazo. Esto significa muchas cosas, todas para curarnos también a nosotros nuestra parálisis egoísta, que nos mantiene con los brazos plegados o cruzados. Extiende el brazo, quiere decir en primer lugar ‘alaba a Dios’ alza a Él los brazos en señal del acogida y en señal también del niño que extiende sus brazos para que su padre o su madre lo alcen.

3. Extiende el brazo también al hermano, en señal de darle, de ayudarle a alzarse, de acompañarle dándole la mano o pedirle perdón… Y finalmente, Jesús nos enseña a extender los brazos como Él, sobre la cruz. Extender los brazos para ser crucificados, es decir, para identificarnos en la entrega total de Cristo, abriéndonos completamente, con brazos extendidos, a que se haga siempre la voluntad de Dios.

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