Ho Ca Dau, de 27 años, era un joven comunista que se dedicaba a perseguir cristianos y ahora está en catequesis para ser bautizado en la Iglesia católica. En el pueblo donde creció Ho, los cristianos son considerados una ‘fuerza reaccionaria’ que lucha contra el gobierno, que sigue siendo hoy comunista aunque haya una cierta relajación que haya permitido la apertura de relaciones con la Santa Sede. El propio padre de Ho, soldado y miembro del Partido, le transmitió que las fuerzas religiosas, como el cristianismo, abusan de los nativos y sabotean las causas del gobierno revolucionario.
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Dau estudió en una escuela pública y no tardó en unirse a la Unión de la Juventud Comunista, que lleva en su nombre el de Ho Chi Minh, presidente comunista de Vietnam entre 1945 y 1969. Cuando completó sus estudios secundarios en 2015, se apuntó como miliciano voluntario para mantener el orden y la seguridad. Se consagraba con esmero a «seguir, fisgonear y espiar» a las personas que llegaban de fuera, particular, a los comerciantes que traían pescado seco, azúcar, leche, aceite, ropa y… ordenadores portátiles. «Sospechaba que difundían ilegalmente el catolicismo y el protestantismo, y les acusaba de poner en peligro la seguridad colectiva», precisó. En 2016 consiguió la detención de 5 de ellos durante veinticuatro horas «por llevar cruces y Biblias en su equipaje». Para Dau, la cruz era una fuerza del «mal», e impedía activamente que los católicos se reuniesen para rezar. En 2022, a su padre le diagnosticaron un cáncer de hígado.
Tuvieron que vender todas sus cabezas de ganado para pagar el tratamiento en el hospital. La familia se quedó en una situación muy comprometida. Y resultó que quienes les prestaron ayuda material y emocional hasta la muerte de su padre fueron algunos católicos de la zona, entre ellos los 5 que habían sido denunciados años atrás por Ho. Los cultivos que tenían se estropearon, y Ho cayó en la pobreza. Tuvo que empezar a ganarse a duras penas la vida transportando paquetes en bicicleta en la ciudad de Dông Hà. «Un día me desmayé de hambre y me quedé tirado en la cuneta. Un católico que pasaba por allí me llevó al hospital y abonó el coste de mi estancia», recordó. Estuvo 3 días ingresado y le diagnosticaron un trastorno vestibular e hipotensión.
El buen samaritano real fue, Thaddeus Vu Duc Vinh, perteneciente al grupo caritativo de una parroquia, quien no se limitó a esa ayuda, sino que lo recibió en su casa y lo ayudó a comprar una motocicleta de segunda mano y a sacarse la licencia de conducir. El contacto con los católicos, a quienes tanto había perseguido, suscitó en Dau el interés por el catolicismo, y poco a poco empezó a unírseles en alguna oración nocturna y en la Misa dominical. Dau será bautizado la próxima Vigilia Pascual. El padrino de bautismo de Ho será su buen samaritano, Taddheus. «Soy feliz porque voy a poder llevar una vida plena de sentido y hacer, como católico, cosas útiles por los demás… Una vez que sientes la presencia de Dios en tu corazón, no temes a nada en el mundo», ratificó.
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