Las monjas, hijas de Santa Ana, brindan asistencia a ancianos en la Casa de San Francisco, en Nazaret, cuyo carisma nació de una mujer italiana, Anna Rosa Gattorno, que primero fue madre de familia, luego viuda y finalmente fundó el Instituto. Sor Isabella Di Conza, de las Hijas de Santa Ana, se refirió al carisma de la congregación que asiste a los ancianos en Tierra Santa.
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Suscríbase al boletín de VenL«Nuestro carisma es un carisma evangélico porque viene del antiguo testamento. Santa Ana pertenecía al pequeño remanente de Israel, por ello nuestra fundadora quiso a Santa Ana como madre y dio al Instituto el nombre de ‘hijas de Santa Ana’. Nos sentimos parte del pequeño rebaño de Israel con una espiritualidad de espera, una espiritualidad de esperanza», precisó Di Conza, que vive allí desde 1986.
La monja precisó que la actividad comenzó en 1949 con el permiso del patriarca y el custodio de aquel tiempo. «La casa era pequeña y ya no bastaba. Entonces los franciscanos pensaron que después de la construcción de la Basílica, como había más ofertas, decidieron construir esta casa actual donde estamos. En 2012 sufrió cambios porque con la ayuda del gobierno arreglamos la zona de geriatría que actualmente está funcionando bien», indicó.
Simon Irhayil, que es el actual director de la Residencia de Ancianos San Francisco en Nazaret, explicó que «la Custodia de Tierra Santa es la superintendente y responsable del edificio». «Nos acompaña y sabe todo lo que sucede en la casa, sea grande o pequeño. El número de camas aprobado por el Ministerio de Salud y el Ministerio de Seguridad Social es de 36 en un tramo y 26 en el otro», enfatizó Irhayil.
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